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Página Web: Tecnologías expandidas- Untref. Varios autores.
http://www.untref.edu.ar/cibertronic/tecnologias/
Cuatro
En un párrafo del texto de Arlindo Machado encontré una estructura que se repite seguido, de manera casi invariable, en los textos de hoy (en los que no son literariamente pretenciosos o meras descripciones). Una esperanza de autonomía, el reconocimiento de cierta impotencia ante la situación y al final, un “deber hacerlo” (al fin, un no poder hacerlo), como materia a rendir en el proximo examen. Aún así, en ese párrafo se encuentra el “black hole” del asunto que quiero puntuar.
“A su vez, la crítica aún no ha sido capaz, entre nosotros, de debatir sobre las nuevas tecnologías en toda su complejidad, con las limitaciones que existen, muchas veces, por la tendencia tecnófoba igualmente ingenua e igualmente importada de modelos apocalípticos europeos o estadounidenses (Paul Virilio (15), Jean Baudrillard (16), Fredric Jameson (17), entre otros). En primer lugar, lo que se percibe es una creciente dificultad, a medida que las aplicaciones informáticas se tornan cada vez más poderosas y “amigables”, para discriminar entre la contribución original de un verdadero creador y una mera demostración de las virtudes del programa. En este sentido, hoy nos enfrentamos a un decaimiento de la noción de valor, sobre todo en el arte: los juicios de valor se tornan difusos, cada vez nos tornamos más condescendientes con relación a trabajos realizados con intervención tecnológica, porque no contamos con criterios lo suficientemente maduros para evaluar la contribución que realiza un artista o un equipo de realizadores. En consecuencia, la sensibilidad comienza a embotarse, se comienza a perder el rigor de la evaluación y cualquier zoncera nos entusiasma, ya que parece estar up to date con la etapa del avance tecnológico. Pero más allá de las tendencias más cómodas de la tecnofilia y de la tecnofobia, lo que importa es politizar el debate sobre las tecnologías, sobre las relaciones entre la ciencia y el capital, sobre el significado de crear obras artísticas con alta mediación tecnológica.”
Querido Arlindo:
Convengamos que todos los que escriben estos textos, incluído vos y también yo, nacimos cuando todavía no existia el dvd. Ni el cd. Ni el diskette. Ni el cassette. No había televisión para algunos de nosotros, y la radio era el dispositivo mas cercano que nos unió a la luna o a Nicolino Loche.
El color no existía en la televisión, ni en las revistas de los diarios del domingo, ni en la mayoría de las fotos. ¡Estamos hablando del color! Eso en un punto es una ventaja: vimos nacer a nuestros niños. Pero visto desde otro lugar, no hemos nacido en estas épocas, y en cada juicio que emitimos está presente la distancia que quien tiene 15 o 20 años no percibe. Estamos escuchando la música...ya no la bailamos1.
Esto no implica que no podamos pensar bien, pero creo que entramos siempre por el mismo agujero...tecnofilia...tecnofobia...ya fueron. El que creció y crece “con” la tecnologia nunca pensó siquiera en ese problemita. Tampoco tuvieron que adaptarse. La usan como nosotros usamos la lapicera fuente.
Con esto quiero decir dos cosas. Una, que la primera generación “ciber” recién esta en cartel2. Son los que pueden contar la historia desde adentro y sería bueno escucharlos (aunque sea para pelearlos un poco). Y la segunda, que el debate que proponés nunca va a existir. Porque me parece que ya no importa.
Los textos de Baudrillard o de Virilo son análogos a nuestras intenciones. El maravilloso “El procedimiento silencio” es tan nuestro como la posibilidad de refutarlo por importado o reaccionario (cosa que no hace otra cosa que refundarnos en esa oposición). En ellos esta nuestra genealogía como generación.
Por eso la altermodernidad de Bourriaud, por eso la vuelta a Debord (¡el gran Guy ataca de nuevo!), por eso el intrincado vocabulario con el que intentamos alguna cosa (si algo sabemos, o aprendimos, fue a escribir...). Por eso el desconcierto y la descripción como la única forma de definición.
Hoy la cosa está más cerca del “tropos” que del “topos”. El cuerpo es el espacio y el estímulo una nueva forma de categorización.
Por último, y antes de un par de epílogos a esta nota, voy a terminar con algo que después criticaré: una pregunta. ¿Qué es politizar? ¿Hablar de condiciones, de límites, de relaciones de poder, o enfrentar el dilema de la relevancia de la política como valor?
Pero esta pregunta, si querés, te la respondo.
Afectuosamente
Carlitos.
Epílogo primero:
Jasper Johns una vez dijo algo así como “Tomen una cosa, háganle algo. Háganle algo más”3.
Al menos dos pasos para llegar a una cosa. La vida de un texto, de una obra, late debajo de esta condición.
Epílogo segundo:
La pregunta o lo pendiente.
En los textos sobre arte y tecnología se presentan vivamente dos sistemas-excusa (estructuras de texto): el de lo pendiente y la pregunta. No existe en lo escrito la posibilidad ni de respuesta ni de un asunto a resolver. Pregunta y debate pendiente como estímulos a la reflexión, pero a la vez, proposiciones inseguras, deltas de sentidos, deuda constante e impaga en la conciencia del que escribe.
En ambos, existe un cuestionamiento sin cuestión, ya que para que esto último exista es necesaria la fijación de esa cuestión, su lugar y su tiempo, conceptos demasiado móviles como realidades y eternamente adolescentes en su condición actual de elementos teóricos para pensar la contemporaneidad.
La pregunta, hoy parece que no requiere ni persigue respuesta. La esquiva, se oculta, y cuando llega, la rechaza.
Epílogo tercero:
Uno de antes y uno de ahora.
Creo en la horizontalidad de referencias. Muchas veces juego con el diario del mismo día, a encontrar lazos donde pueda reforzar algún punto con otros... Lazos que unan el momento (el tiempo, como la sal...) en que las cosas se producen sin escalonarse.
Entrevista a Georges Canguilhem (16 de agosto. Revista Ñ)
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/08/16/_-02207365.htm
Georges Canguilhem, médico, escritor y pensador. (1904-1995)
“Señala que en medicina, como en otras esferas de la actividad humana, la aceleración de invenciones técnicas devalúa cada vez más rápidamente la tradición; "lamentar este estado de cosas no significa necesariamente adoptar una actitud reaccionaria, pues la tradición no es sólo rutina y rechazo de la invención; también es, para cualquier invención, prueba de eficacia, discriminación progresiva de los beneficios e inconvenientes, exposición de consecuencias en un principio latentes, en suma, experiencia de uso. El capricho por el progreso técnico privilegia la novedad con respecto del uso.
El hombre reencuentra aquí, en una forma culta, una muy primitiva táctica del ser viviente, incluso unicelular: la de los ensayos y los errores, pero con la diferencia de que la reiteración acelerada de los primeros lo priva del tiempo necesario para educarse en el error. En lo sucesivo, la invención técnica se inscribe en el tiempo técnico, que es enloquecimiento y discontinuidad, y al margen del tiempo biológico, que es maduración y duración."
Entrevista a Chris Bird, 11 de agosto, Revista Ñ.
http://www.revistaenie.clarin.com/notas/2010/08/11/_-02207295.htm
Chris Bird: "Lo que más me gusta es darle un nuevo look a lugares históricos"
El fundador de Artistas Visuales Unidos (UVA, en inglés) y actual Director Técnico de este equipo londinense que revolucionó las experiencias audiovisuales mantuvo una charla abierta con Ñ digital. "Es hermoso tomar sitios históricos y dotarlos de actualidad, incluso de futuro", dijo.
(Esto lo dice como referencia a un montón de leds en un edificio antiguo. Quedo lindo, según se ve en la foto. Eso es dotarlo de futuro...)
Epílogo cuatro
No somos indiferentes a la tecnología. Y viceversa. No existe si no existimos. Ponernos al costado, escribiendo estimulantes papers, u orando por la llegada de un proyecto con algo de común y salvador, se esta reiterando demasiado. Creo que la dificultad de asir una problemática como la del arte+tecnología se encuentra, por un lado, en la porosidad, en la liviandad y en la fragmentación hasta lo individual del concepto y las formas del arte. Por otro, en la tremenda potencialidad tecnológica de los objetos y las redes, de las constantes variaciones que ajustan nuestra propia identidad en cada caso. Sin embargo, podemos proponer dudas en lugar de preguntas o rivalidades. No temer si nuestras posiciones en estos temas se volverán viejas, ya que todo queda viejo, ineludiblemente. La inclusión de la tecnología en el arte no transita solamente en el reformulamiento de sus límites o mutuas colaboraciones, sino también el el acto discursivo de una obra, como también (y todavía) en su representación, cualquiera sea. El límite, pero no solamente. Y en ese ámbito, pensar adiciones, reciprocidades, fluctuaciones, sin el complejo de lo indefinido. Y saber que nosotros siempre estamos del otro lado, sea cual sea, de nosotros mismos.
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