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Festival Internacional e Interdisciplinario de Art Brut “El Templo de Sharlin” en el C. C. Borda. |
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por Guido Ignatti |
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Amparado por la luz del día, atravesé Constitución a pie rumbo al hospital J. T. Borda de salud mental. El barrio se mostró habitual, impenetrable para los foráneos, con filtraciones esporádicas como pudo ser la mía. Los chicos malos controlándolo todo y las chicas dominicanas riendo musicalmente, tal como lo hacen las sirenas cuando llevan a la perdición a los marineros de puerto que, en vez de barcos, en este caso mueven trenes. Claro que la luz del mediodía de un sábado helado pone las cosas en su lugar; la violencia potencial de uno de los barrios más difíciles de la Capital Federal está congelada. Mejor así. La caminata me llevó hasta la avenida Caseros; esperaba tener la sensación de llegar, pero Barracas se mostró igual que su neurálgico vecino, sólo que un poco más callada.
El gris domina, no solo por el día nublado, sino también porque todo el sur de la ciudad está devastado por el desamparo. Mucha basura, poco cuidado y la conciencia social que ni asoma en el rostro de la gente. La ciudad de la furia, como Soda Stereo supo llamar a Buenos Aires hace más de 20 años, en el sur tiene una vigencia espantosa. La sequedad evidente de un barrio histórico, las barracas del riachuelo, demuestra lo olvidadas que están estas calles; entonces todo puede pasar, y eso, aterra un poco. Ya sin entrar, desde la reja, el hospital se ve olvidado en un tiempo nada benévolo. Inactivo, paralizado, quizá por miedo o solo por el desinterés evidente.
Porque aunque haya últimamente presencia en los medios, parece que las voces no hacen eco. El 29 de mayo pasado murieron dos internos en un incendio- en una situación confusa- por la ausencia de gas que los tortura despacio hace dos meses. El reclamo es incesante. El hospital sufre de una constante interrupción del servicio de gas y cuatro cortes de agua diarios, sin hablar del deterioro edilicio que suma agujeros en los techos, filtraciones y humedad desde hace décadas. El Borda para el afuera está vedado.
Una vez adentro del predio, es largo el camino hasta el Centro Cultural, que se ubica en el último bastión de las construcciones originales del Hospital, y que de a poquito en el recorrido empieza a dar señales de vida con pequeños carteles que guían. Aquí es donde cambia la historia. Sin entrar aún al Centro Cultural, se advierte que ese cuartito de atrás del hospital, que fue depósito, se convirtió en el refugio de muchos internos que a pesar de sus angustias, encuentran en el arte un sostén- me atrevo a decir- fundamental. Ahí donde el campo lingüístico se queda corto para la expresión, es donde el campo artístico puede profundizar completando la oración sin palabras. Apelando a la interpretación libre y a la inteligencia creativa. Es el lenguaje ideal para quienes, con las palabras, no están pudiendo decir lo que necesitan decir.
Lo que sucedió el 25 de junio fue una jornada de integración, donde internos- y externos- compartieron una celebración de felices excesos en torno al arte. Hubo música, baile, performances, instalación- y también las más tradicionales y no por eso ausentes- dibujo, pintura y escultura. Fue un continuado de cinco horas ininterrumpido. Tras las máscaras, pelucas y bigotes falsos, las obras se superpusieron y potenciaron hasta el cansancio. Donde no había identidades, referentes, ni nombres. Donde no se discernía entre locos y cuerdos. Entre cuerdas y sogas. Este evento, que tuvo mucho de acto escolar, tuvo la peculiaridad de acercar la comunidad al hospital y viceversa- cosa que no sucede en el psiquiátrico, como en la escuela-. Con todos los riesgos que implica el adentrarse en un terreno poco explorado, la máquina estaba en marcha. Los carteles advertían: “recuerde que Ud. está en un neuro-psiquiátrico, esto puede fallar”.
Advertencias mediante, el salón de los rechazados sociales fue una experiencia sin precedentes. Enfrentó la necesidad de estos artistas brut de mostrarse y hacerse parte de la sociedad que los niega, con las del resto de nosotros que pedíamos ver “arte en estado puro”, tal como los organizadores subtitularon al centro cultural. Del total, destacaban piezas hermosas y con carácter único que se exhibieron del piso al techo- incluyendo el piso y el techo para ser preciso-. Horror vacui temperamental, absoluto y cierto. Obras de arte que, lejos de la premeditación de quien sabe lo que hace con un fin, emanaban un goce absoluto de su propia peculiaridad. Tanto, que rebalsaron, chorrearon el piso, salpicaron y mancharon a todos los que tuvimos el privilegio de ver.
Lo que Dubuffet supo discernir, allá por 1945, cuando denominó art brut a las expresiones que transitan fuera de los límites de la cultura oficial- o establecida académicamente-, es lo que se replica en esta acción contemporánea. Él afirmaba que todos llevamos un potencial creativo que las normas sociales anulan. Y que en las creaciones de personas que se mantienen al margen de la sociedad, como los internos de hospitales psiquiátricos, es donde se manifiestan claramente esos estados de creación en bruto. Después de la segunda guerra mundial, para quitarle el rótulo de “obras de enfermos mentales” formó su colección de art brut,
que llegó a 5000 obras libres de preocupaciones intelectuales, con las cuales realizó numerosas exhibiciones con este fin. Fue entonces que fundó la "Compagnie d´Art Brut" junto a André Breton y Michel Tapié, entre otros.
Nuestra compañía de Art Brut local, festival, kermesse o como se le quiera llamar, fue una pequeña muestra de lo que sucede en los talleres del C. C. Borda, semanalmente y durante todo el año, donde el trabajo de los internos es constante y revelador tanto para ellos como para los que podemos encontrar inspiración en su hacer. Y donde aún, fundamentalmente, se necesita apoyo para continuar y para que este espacio se convierta en un punto clave para la integración de las personas dentro del hospital.
CENTRO CULTURAL BORDA - [ARTE EN ESTADO PURO]
El CCB es un espacio de producción y reflexión artística, que tiene lugar los jueves de 10:30 a 17:00 hs dentro del Hospital Borda. (La entrada es libre y gratuita)
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