Vejámenes, desalienación e histeria crítica. Post-it city + Principio Potosí.
por Juan Batalla
 
       
 

El 6 de julio Ada Ghiara, argentina de 88 años, fue detenida en el aeropuerto de Barajas tras 12 horas de vuelo y, tras una larga privación de la libertad, mandada de vuelta a Buenos Aires sin poder ver a su familia que la esperaba en el hall del aeropuerto. No hubo explicaciones razonables, más que la de que no disponía de los 63 euros diarios que la cartilla de migraciones señala como indispensables para su estadía, aunque la señora iba a quedarse con sus dos hijos que viven en Madrid.
Kevin Power citaba a su vez a Marshall Mc Luhan para hablar de los aeropuertos como espacios paradigmáticos a los que referirse en la postmodernidad. Sugería la necesidad de un arte que los abarcase capturando su esencia transitoria. Esta opinión se actualiza con la experiencia de Ada Ghiara, y ahora no son ya los residuos del feliz concepto de "viaje" los que identifican a estos espacios, sino las asfixiantes oficinas de migraciones y detención, ominoso recordatorio de una paralegalidad y de las aberraciones de Guantánamo y sucursales.

En contraste con esta política, la misma Madre Patria genera exhibiciones que cuestionan la relación de la gente con el orden urbano, como Post-it City (Casa de la Cultura de Buenos Aires), y que piensan críticamente los flujos y reflujos de las colonias respecto a España, tal la propuesta de Principio Potosí (Museo Reina Sofía, Madrid).
Post-it City es un proyecto de largo aliento organizado por varios organismos culturales españoles, con capítulos en diversas ciudades del mundo. El curador general es Martí Peran, y hubo distintos equipos curatoriales colaborando en cada etapa. La edición porteña de Post-it contó con la colaboración del Gobierno de la Ciudad y, como emergente curatorial, el colectivo Tu Parte Salada.
La exposición (usaremos este término, que con su didacticismo implícito es fiel a lo que Post-it propone) se desarrolla en la fascinante y difícil estructura de la Casa de la Cultura, antiguo edificio La Prensa. El sitio está ocupado predominantemente con mesas de trabajo que ofrecen material gráfico y textos sobre cada uno de los desarrollos que conforman la muestra, con cantidad de pantallas con videos, algunas proyecciones sobre la pared, fotografías, una instalación sonora y una mesa de lectura. La sensación de que estamos asistiendo a un importante trabajo acerca de gente que a su vez trabaja el espacio a su modo, está bien imbricada con la estructura arquitectónica, aunque a veces cueste ver algunas fotos por tamaño y lejanía, o hasta en alguna ocasión puntual por la falta de iluminación.
La búsqueda aquí es la de exponer segmentos de quiebre sobre el orden urbano, intermitencias que se generan en el espacio público de las ciudades donde un grupo de gente desarrolla una historia diferente a aquella para la cual el espacio estaba originalmente destinado. Todas políticas, las lecturas pueden dividirse entre aquellas más homogéneas que denuncian crecimientos a modo de tumor o, mejor, sangría que calma necesidades, y otras que surgen de voluntades particulares de uso del espacio, más diversas y hasta en alguna medida lúdicas.
En la muy interesante "Prótesis del nuevo éxodo" Francisca Benítez muestra las estructuras que por fuera de sus casas, sobre balcones y veredas, crean judíos de Brooklyn pertenecientes a distintas sectas para conmemorar el episodio bíblico del Éxodo. Muestra la transición "de lo estable a lo precario". Al igual que con otros módulos de Post-it, podría éste dar lugar a una muestra o libro diferenciado debido a la riqueza del material.
En otros, los cementerios de los alrededores de La Paz se pueblan con gente para el Día de muertos, en una celebración interesante aunque menos difundida que aquella de México; un ex-boxeador enseña deporte y milita por la inclusión social bajo una autopista brasileña; los ómnibus ilegales panameños están salvajemente pintados con propaganda y otros ornamentos; personas encuentran lugar para disidencias sexuales allí donde originalmente no está previsto.
Los módulos más críticos incluyen el intenso video sobre la feria de La Salada, obra del grupo comandado por Julián D´Angiolillo, e imágenes de reciclaje, viviendas y hábitats precarios, como las de los afganos que en la metrópolis guardan sus pertenencias en hatos escondidos entre el ramaje de los árboles de las aceras. Como explica un texto: "se habita, luego se habilita". A estos crecimientos dedica Post-it una mirada profunda que trasunta vitalidad.
Es de lamentar que no estuviera disponible el material impreso más que para consulta, a excepción de una fotocopia.
Post-it exhibe también trabajos dedicados a las peculiaridades inmigratorias españolas: en "El castillo", donde en relación al Castillo de Kafka se traza un mapa de inaccesibilidad de Europa frente al arribo de africanos, así como en "Información para el ciudadano sobre las esperas para ser legal", de Friera y Güell, demostrando la vigencia de la preocupación sobre estos temas en un importante sector de la esfera de la cultura. De este modo se vuelven patentes las contradicciones de estados que trazan políticas que incluyen proyectos culturales que se enfrentan a los hechos que ellos mismos en otras áreas producen, sugiriendo una dislocación angustiante, aunque también la posibilidad de la existencia de brechas en una política opresiva.

En el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, asistimos a Principio Potosí / ¿cómo podemos cantar el canto del Señor en tierra ajena?.
Esta exhibición, que luego itinerará por Alemania y Bolivia, está en sintonía con otras propuestas que se desarrollan en la ciudad y exploran facetas oscuras de los procesos coloniales.
La tesis de Principio Potosí consiste resumidamente en proponer el inicio de la modernidad no en la Revolución Industrial o la Francia de Napoleón III, sino en las relaciones centro – periferia que inauguran los virreinatos. El mundo colonial se refleja en el global actual, mostrando la continuidad de la transferencia de riquezas y trabajo desde entonces hasta hoy. No olvidemos nunca el flujo de riqueza potosina, que convirtió a aquella en una metrópoli por entonces más grande que Londres o París.
El modo de exponer estas ideas que hallaron los curadores alemanes Creischer, Hinderer y Siekmann es en un comienzo desconcertante, hermético, tras lo cual, y lectura de folletería mediante, comprendemos que debemos realizar un circuito con idas y vueltas a través de la sala siguiendo un rígido trazado de nuestros anfitriones. La muestra habla de una opresión ideológica y económica, y en espejo nos somete a su propósito, en este caso colonizando nuestra visión.
Hay cuadros del barroco cuzqueño provenientes de museos bolivianos. Están colgados de forma de no admitir su discurso artístico, sino para ser criticados y al servicio de ilustrar las ideas exploradas. Aparecen también otras láminas e ilustraciones del barroco europeo e indígena. Luego hay módulos sólidos de investigación sociológica producidos por colectivos acerca de la explotación de los trabajadores migrantes chinos, de las circunstancias alrededor de la construcción de un rascacielos en Rusia y otros. Los artistas contemporáneos, que los hay aquí, en algunos casos trabajaron comentando con obras producidas actualmente aquellas cuzqueñas, en otros con instalaciones y videos disociados de ellas pero que sirven adecuadamente al guión curatorial.
Las ideas, que se presentan como innovadoras, pierden matices y se unifican en un monótono desarrollo unívoca y ortodoxamente marxista, desatendiendo las ricas potencialidades de Principio Potosí.
Es una muestra ambiciosa pensada a la sombra de Documenta y similares, en la que a despecho de su propósito termina filtrándose un aliento poético en obras como la de las camisas iluminadas con caracteres chinos. Hay obras de los argentinos Eduardo Molinari, con su investigación sobre la soja transgénica en nuestro país, y de León Ferrari, de quien mucho y sobre todo se enfatiza su conflicto con sectores conservadores allá por 1994. Y si no hablamos más de los artistas individuales presentes en la muestra, es porque esa es la intención de la curaduría, alejarlos de la posibilidad de que sus obras desplieguen una retórica propia. Ciertamente lo logran. Y da qué pensar el hecho de que el arte, aquí pensado como la exposición de un principio, deba desprenderse del propio arte y sus derivas potenciales y aún así lo necesite para exponer tales ideas. Como si debiera usar ese arte a modo de ladrillos para la construcción conceptual pero amurallándose para evitar desvíos ideológicos.
Principio Potosí incluyó también la participación de S. Rivera Cusicanqui y El Colectivo, ala boliviana del proyecto. Los conflictos surgidos entre estas personas y los curadores alemanes dieron lugar a un catálogo lleno de contenido, ya que explicita el tenor de ellos. Desarrollado por los bolivianos y editado por el Reina Sofía siguiendo un compromiso contraído con anterioridad, nos lleva a repensar el mestizaje. Los comisarios europeos denostaron la mirada del colectivo para distinguir entre “arte” – el trabajo política y estéticamente significativo que hacen quienes asumen el canon ilustrado – y las “prácticas folclóricas”, empleando la lógica colonial que data de hace siglos: el arte es lo que hacen ellos y sus amigos, mientras que el folclore es lo que hacen los Otros. Ya Serge Gruzinski en “El pensamiento mestizo” había explicado cómo en esos cuadros pintados siguiendo los dictados de los invasores los valores europeos e indígenas disputaban cada centímetro de tela para generar, finalmente, obras significativas a la luz de ambas culturas.
La visión andina de las obras cuzqueñas, coherente con esta mirada, chocó así con la rigidez de los curadores que querían evitar que el lenguaje visual tuviera un discurso propio que pudiera desviar de su objetivo ideológico. Para ellos, en las prácticas culturales indígenas todo es folclore y exotismo, obviando el hecho de que ellas existen no sólo para ser miradas, sino que tienen su propio poder de significación.
Junto a la enunciación del propio “principio Potosí”, luego flacamente desarrollado en la exhibición, el otro hallazgo de esta muestra reside en este catálogo interesantísimo al exponer tales contradicciones, también denunciadas inversamente por el colectivo curatorial dentro de la muestra, en una especie de final deportiva Alemania vs. Bolivia celebrada en Madrid..

Así dos exposiciones, Post-it City y Principio Potosí, generadas por los organismos culturales de España, que incluyen desarrollos sudamericanos, aparentemente críticas de la colonización y la falta de oportunidades, funcionan en sincronía con hechos como los de Ada Ghiera y Luisa Ormeño. Esta última, argentina de 72 años, acaba de recibir el mismo trato bochornoso que Ada menos de un mes atrás.
Si Post-it abre una luz a las prácticas desalienantes de los alienados, Principio Potosí representa una clausura de toda posibilidad, pero con su histeria crítica se vuelve menos creíble, casi antagónica a Post-it. Y exponen las culpas y contradicciones de un estado esquizofrénico, que olvida que cada hecho en relación al prójimo es cultura, hasta los usos presentes de las casillas de migraciones.

Post-it city en Casa de la Cultura, Avda. de Mayo 575, Buenos Aires.
Sigue hasta el 26/8. Luego itinera a Montevideo.

Principio Potosí en Museo Reina Sofía, Madrid.
Sigue hasta el 6/9. Sigue en Berlín y La Paz.

 
Ada Ghiara en Barajas
 
Post-it City
 
“Diablos rojos” de Jaime y Melgar
 
“Prótesis del nuevo éxodo”
 
Principio Potosí
 
Principio Potosí
 
Principio Potosí
 
     
 
     
  SUMARIO  
Año 1 - Numero 1
 
Tapa
     
Editorial + Staff
     
Besos robados en el arte contemporáneo
Entrevista a Leo Chiachio y Daniel Giannone
por Dany Barreto
     
Producción fotográfica: Chiachio y Giannone
por Guillermo Srodek Hart
     
To be or may not be
Sobre la conciencia en las producciones nóveles
por Guido Ignatti
     
Esquizoide
Post-it City y Principio Potosí
por Juan Batalla
     
Notas sobre notas (parte 1)
Sobre la pagina web: Tecnologías expandidas - Untref. Varios autores.
por Carlos Baragli
     
El éxtasis de San Mariano
Museo de los Claustros del Pilar
por Mariano Soto
     
La filosa luz de lo éxtimo - La Política del deseo
Robert Mapplethorpe
por Fabiana Barreda
     
Crónicas Terrestres
Emiliano Miliyo en Ruth Benzacar
por M. S. Dansey
     
Dr. Selva & Kid Yarará
Cómic
por Charlie Goz y Mari Bárbola
     
Foro de opinión
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