0.1 Instalaciones poéticas con dispositivos electrónicos y digitales – ITAÚ Cultural
por Guido Ignatti
 
     
 

Hablar de poéticas y dispositivos electrónicos/digitales presupone una oposición lineal de base, y aunque esta oposición se plantee como eje del discurso curatorial, genera muchos más interrogantes que certezas a la hora enfrentar lo que viene. En un mundo en el cual el avance tecnológico es inevitable, esta muestra abre el debate sobre el futuro del arte como lo conocemos actualmente.

Pareciera obvio que las artes visuales debieran dejarse fagocitar por los medios tecnológicos en el mundo contemporáneo, para en definitiva ser contemporáneas- hay quienes afirman la cualidad del arte como representante fiel del mundo en el que se sitúa. Pero en lo apenas transitado, resulta difícil hacer lecturas que permitan evaluar con objetividad el panorama real; todo es terreno desconocido y, hasta por momentos, el camino se vislumbra virgen. Es por eso que, acertadamente para esta muestra, se planteó la necesidad de tener “explicaciones” al alcance del visitante. Una página web con completos contenidos y una visita guiada a cargo de uno de los artistas exhibientes, son el modo de vincular este tipo de lenguaje a quienes no entienden de sistemas binarios y poesía en simultáneo.
En la muestra 0.1, curada por Carlos Trilnick, se exhiben trabajos de ocho jóvenes artistas y diseñadores audiovisuales, y un total de diez obras que plantean desde la investigación tecnológica como acercarse a la expresividad o al lirismo propio de la poesía. En cada una de las obras se puede observar este enfrentamiento entre las partes, o mejor dicho, la relación que entre ellas presupone una evolución. La palabra versus- que tituló esta nota- no significa estrictamente confrontación, darle ese sentido fue un barbarismo de la lengua inglesa que en castellano se aplicó por decantación. La palabra latina versus es un participio que significa "orientado hacia - en dirección a".
En las dos obras de la dupla Alberti/Ezcurra el dispositivo no se alía definitivamente al discurso. “Pulverización v3.1” muestra por un lado, la instalación sonora dispuesta sobre una de las vidrieras (decenas de parlantes adheridos al vidrio, decodificando y reciclando la señal de ocho radios portátiles por medio de unos multiplexores), y por otro el fundamento de la obra. Difícilmente el concepto de “bacteria electrónica viva”, que plantean en la explicación, se vincule con el uso de tecnologías analógicas. Estas solo sintetizan las señales radiofónicas y se quedan en el mero dispositivo que produce una acción prevista. Nada es inesperado como sucediera con algo vivo. En “La manifestación irrepetible de una lejanía” se hace un despliegue de materiales simples pero llamativos, potenciales herramientas del avance tecnológico a nivel doméstico (leds y arduinos). Aquí también cuesta hilar la instalación visual al concepto de paisaje que pretenden. Quizá la sala sea la que no ayuda a mostrar efectivamente esta obra, más oscuridad y distancia al observar solucionaría parte del problema. Los leds suspendidos del techo y dirigidos por el arduino poco hablan de un horizonte conceptual y la metáfora se disuelve como la luz que emanan.
La obra “Impermanecencias” de Ferlat, en cambio, utiliza vastos y acertados elementos tecnológicos a disposición de una idea bien pensada. Más allá de que el objeto final sea una escultura casi tradicional, la obra ayuda a pensar los métodos de ejecución de esta antigua disciplina. Gracias a la tecnología la escultura está diseñada directamente por el movimiento de un grupo de personas que interactúan entre sí, según pautas de comportamiento basadas en algoritmos de simulación de enjambres; una impronta imposible de otorgar de la mano directa del escultor, esta es la ganancia que aporta el procedimiento en función de la idea. La pieza es una escultura conceptual llevada a cabo con dispositivos electrónicos y programación. Tiene las proporciones perfectas de trabajo automatizado y sensibilidad artística/conceptual.
Otra escultura realizada por la mano mecánica dirigida, es la de Imasaka. “Microwavore” pretende realizar una talla sobre yeso en el tiempo que dura la exhibición abierta al público. Un grupo de cinceles conectados a 50 motores, que a su vez están conectados a un teléfono celular, y que, al recibir un mensaje de texto comienzan a trabajar sobre el yeso erosionándolo. Desafortunadamente, el artista no planificó ningún sistema de rotación de las herramientas ni de los motores que cincelan siempre el mismo lugar. Por ende, las incisiones terminan solo haciendo daño al hermoso y perfecto bloque de yeso.
Odriozola es de los que puso la estética y el pensamiento por sobre el dispositivo, y la obra funciona a la perfección. “Randomize Timer” es una ingeniosa instalación compuesta por computadoras obsoletas. El hardware- desarmado y expuesto fuera de los gabinetes- entra en relación con el sofware que muestran las pantallas- simples animaciones en D.O.S. de juegos vectoriales que se autojuegan en un sinfín de niveles- remarcando la obsolescencia de la tecnología y el letargo del tiempo. La obra menos pretenciosa de la muestra, por el uso de low-tech y de ideas poco rebuscadas en comparación con las otras, es de las más efectivas e interesantes.
La obra más impactante es la “Cámara lúcida” de Parsons, por su obvia cualidad de interactividad y efectismo visual. Esta pieza, que recibió la financiación del Banco Itaú por medio de la ley de mecenazgo cultural, es la más seductora y no por eso la más significativa. Es claramente un proyecto de investigación científica a secas, donde el lirismo y el misterio no tienen lugar; es una pieza propia del museo participativo de ciencias y no de una exhibición de arte tecnológico- no por nada Mariano Soto la citó en su texto sobre el MPC-Prohibido no tocar en su artículo de la edición pasada de Sauna-. La interactividad roba protagonismo, pero sin clara dirección ideológica; atrae y entretiene, por eso yo diría que anestesia como la TV misma.
Ramis, el videasta de la muestra, enseña las obras más consumidas por el método en una disciplina en la que se puede hacer mucho más. Es muy simple: en “No obstante, es peligroso” descompone videos de clavadistas en fotogramas y los reordena según el peso en KB de cada imagen, el resultado una especie de stop motion sin narratividad que perturba los sentidos con la tara visual y sonora que produce. En su segundo video “Todas las palabras son extranjeras entre sí” parte de fotogramas directamente y agrega interactividad, aunque finalmente, el resultado es el mismo.
Rud también presentó dos obras que trabajan sobre la idea de percepción de la realidad usando el dispositivo tecnológico para modificarla. “Seol” es un paisaje digital, un territorio tridimensional generado por ordenador, compuesto de miles de polígonos e impreso sobre papel; que recibe una proyección con información de textura, atmósfera e iluminación en tiempo real coordinado con el horario terrestre. Es una obra en constante cambio que no permite tener un registro retiniano único de la imagen (recomiendo ver la muestra cuando baja el sol, este invade la sala vidriada y no permite una buena visualización de las obras). “Tricentenario” es una pieza de video que plantea una Argentina atestada de monumentos aformes, obras ficticias de un material aparentemente blando pero firme, todas ellas situadas en contextos reales (las esculturas me recuerdan a las obras de acabado metálico de Anish Kapoor, pero en este caso, desinfladas). Cada monumento es construido en 3D y montado sobre una filmación casera. El resultado: un pseudo documental alterado. El video plantea inteligentemente la adulteración de la realidad, habla de un futuro con lenguaje de ciencia ficción, tratando de timar hasta que, sutilmente, enseña el engaño para desestabilizar el pensamiento.
Es un camino difícil el que deben transitar las artes tecnológicas, una alianza dura aunque no imposible, que lleva el trabajo de la confrontación de las peculiaridades de cada una. El arte como la madre del misterio en relación con la tecnología y el mundo de lo cierto, lo científico, lo medible, de la causa y efecto. Lo que nos hace creer en esta simbiosis que se avecina a pasos agigantados, es que ambas partes son movidas por la búsqueda de la verdad. Esta muestra da claras notas sobre esto, hay pérdidas y ganancias en unos y otros bandos, pero si la sinergia es el motor de todo, esta reunión dará resultados.

 


+ info: http://www.ceropuntouno.org/
Hasta el 17 de febrero de 2011 en Itaú Cultural (Viamonte esq. Cerrito). Días hábiles de 10hs. a 19:30hs. con visitas guiadas a cargo de Gabriel Rud de 15:30hs. a 19:30hs.


 
 Diego Alberti - Joaquín Ezcurra "Pulverización v3.1"
Diego Alberti - Joaquín Ezcurra "La manifestación irrepetible de una lejanía. (Por cercana que pueda estar)"
Juan Pablo Ferlat “Impermanencias”
Eduardo Imasaka “Microwavore”
Juan Emilio Odriozola “Randomize Timer”
Christian Parsons “Cámara Lúcida”
Mariano Ramis “No obstante, es peligroso”
Mariano Ramis “Todas las palabras son extranjeras entre sí”
Gabriel Rud "Seol"
Gabriel Rud "Tricentenario"
 
     
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Año 1 - Numero 6
Tapa
Editorial + Staff
Lectores
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Producción fotográfica: Ricardo Ramón Jarne
por Raúl Flores
     
VERSUS
0.1 – Experimentaciones poéticas con dispositivos electrónicos y digitales
por Guido Ignatti
     
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