Dejar el cuerpo. Es lo que el Arte estuvo tratando de hacer todo este tiempo. Y es también lo que comenzaron a hacer los coleccionistas, cada vez más afectos a la compra por control remoto. La tendencia, que comenzó con las ofertas telefónicas en las grandes casas de subasta, ahora viene a institucionalizarse en la primera edición de la V.I.P. Art Fair, la feria de arte contemporáneo que se realizó -la última semana de enero- exclusivamente en Internet *

La iniciativa, lejos de ser un experimento, reunió a casi 200 de las principales galerías del planeta –entre ellas sus fundadoras, la Gagosian Gallery, James Cohan y White Cube– satisfechas con algunas ventas y una suculenta lista de contactos. Incluso a pesar del “apagón” del sistema que cayó, en definitiva, por la terrible demanda.

Sobran razones entonces para aspirar a la inmaterialidad. Librarse del cuerpo es dejar atrás la última cárcel del ser humano. Es deambular sin los riesgos de la fibra y la condena de la forma. Una existencia estratégica para esquivar los encantos del galerista vampiro y poder pasear tranquilo por ese territorio helado que son los espacios comerciales de arte. Se sabe, en estas pulseadas muchas veces se juegan cenas con los artistas, paseos en yate, influencias, sonrisas de gato y hasta favores sexuales. Entonces, ¿por qué no elegir la invisibilidad? ¿Por qué no mirar sin ser visto, cual voyeur hi-tech que mueve los hilos con el botón derecho de su ratón?

El video, la fotografía, y el arte digital, se prestan para este tipo de operaciones. Ciertas firmas –no solo la de los artistas, sino la de los art dealers– son también garantías de calidad. ¿Quién pudiera dudar del acabado de una obra de Jeff Koons, o de cualquier otra cosa que llegue de Max Hetzler?

En la Viewing In Private –¿Hay acaso algo mas “importat” que disponer del propio tiempo?– el entorno multimedia permite examinar la obra al detalle. El visitante puede comparar la obra con otros trabajos y con la figura humana, en escala uno-uno; puede acceder a fotos, videos, maquetas digitales y un zoom que se mete en la trama del lienzo. Tan real es la experiencia que se comenten los mismos vicios que en una feria real y cuando uno divisa a lo lejos un Munch, cruza la sala a zancadas y se queda –una vida– mirando el ritmo de la pincelada.

Será por esto que un empresario, con poco tiempo y muchas mañas, evitará perderse en los laberintos de las ferias internacionales –tan poco saludables para nadie– y preferirá, en cambio, un tour virtual recostado en su sofá. En el camino se perderá también de los personajes, los contactos, el champagne y todo el rum-rum que hace a estas fiestas. Y es que la fricción tiene su gracia. Personalmente creo que sabandijas hay en todas partes, pero nada tan grato como la relación –comercial o lo que sea– con quien compartimos una visión del Arte. Un vínculo que, al igual que la pieza del artista, se disfruta despacito y con los cinco sentidos, por más conceptual que esta sea.

Pero bueno, los tiempos actuales son otros y los agentes del mercado lo saben, y sus barrigas de años de bonanza se inquietan ahora con esto de la crisis, y se lanzan de cabeza, de esta plataforma informática, a conquistar nuevos mercado. El target se ajusta con una variable geográfica: potenciales clientes en la periferia del mapa. Y una variable piscológica: aquellos que por pudor, apuro o vaya a saber qué rayos, jamás pasarán el umbral de la tienda.

El corte de la muestra da cuentas de la campaña. Galerías de Estados Unidos y Europa –con pata en Corea, China y Japón– que llegan con una colección conservadora y no por eso menos atractiva. Pocas piezas claves, de firmas irresistibles para el que recién comienza. Y Artistas japoneses, chinos y de todo Asia, presentes en la vidriera de casi todas las galerías occidentales. La falda del gran Murakami –presencia estelar en Blum & Poe (Los Angeles) y Emmanuel Perrotin (Paris)– arrastra una larga cola de muchachos y muchachas con nombres difíciles y trabajos inolvidables.

Latinoamérica es la otra gran región a posicionarse; y de alguna manera lo está logrando. El artista mexicano Rafael Lorenzo Hemmer –galería OMR– fue el más vendido de la feria. Tampoco les fue mal a las cuatro galerías brasileñas. Nara Roesler apostó seguro con Oiticica. Gentil Carioca salió con una generación de artistas 20/40 y algunos proyectos decididos a subvertir los parámetros clásicos de comercialización. De la misma manera, Luisa Strina se jugó con trabajos bien conceptuales; entre otros, una instalación site specific de Jorge Macchi, la ballena de barro y cenizas que Adrián Villar Rojas y la pintura áspera y seca de Matías Duville.

En ese sentido, la representación argentina se diluye, y no por falta de talentos. A pesar de la accesibilidad económica –el stand cuesta 20 mil dólares, lo mismo que en ArteBa– sólo Ruth Benzacar tuvo su silla en este retrato de época que fue la nómina de la VIP. Con buen criterio, los porteños se enfocaron exclusivamente en los collages digitales de Flavia Da Rin, obra ideal para este tipo de exposición. Locales vecinos mostraban trabajos de León Ferrari (ArtNexus), Guillermo Kuitca (Daniel Templon), Julio Le Parc (Nara Roesler) y Leandro Erlich –en la galería Sean Kelly, junto a verdaderas bestias sagradas como Marina Abramovich, Yves Klein y Marcel Duchamp.
La gente busca al amor de su vida en un sitio de contactos. ¿Cómo no aceptar entonces la venta de arte –y de todo– por Internet? Tarde o temprano los actores locales deberán ocupar su lugar en esta escena. Ponerle el cuerpo a la realidad virtual. Paradoja que puede ilustrar Lucio Fontana, otro argentino VIP. Concetto Spaziale, uno de esos óleos que el rosarino perforó en el 1961 tratando de denunciar la tridimensionalidad del bastidor, fue puesto a la venta en la pantalla de Ben Brown Fine Arts. El aura de esta obra, que marcó un antes y un después en la Historia del Arte, se debe estar retorciendo donde sea que haya sido sepultada. Pero eso, a esta altura, es cosa del pasado.

*La VIP Art Fair se realizó entre los días 22 y 30 de enero de 2011 y contó con la participación 190 galerías de 30 países. El objetivo de la feria es ofrecer a los coleccionistas la posibilidad de conectarse de forma personal con marchantes desde cualquier parte del mundo mediante Skype para hablar sobre las obras en ventas en el stand virtual. El acceso general es gratuito pero aquellos que estén interesados en acceder a las funciones interactivas deberán adquirir una entrada VIP, cuyo precio fue de 100 dólares para los días 22 y 23 de enero y de 20 dólares para las jornadas posteriores.
Más información: www.vipartfair.com