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Creado en 1998, el Museo Evita alberga una colección permanente y espacio para muestras temporales. Además del recomendabilísimo restaurante, que lo ha tornado popular entre porteños y turistas por igual. Así, muchos de los visitantes son "yanquis" y "marxistas" a la vez, ya que quienes acuden a este museo relajado parecen en muchos casos viajeros en persecución de esa impronta iconográfica que linkea al movimiento peronista con sus genes más asimilables a experiencias sociales de avanzada. Relectura o utopía del presente.
"Populismo mágico" es una muestra de Juan Maresca, ex-publicitario argentino de 39 años residente en Sâo Paulo. De matriz radicalmente pop, y del tipo de pop que no podríamos comprender sin atender a la estética propagandística pasada y presente, o sin pensar en el Mao de Warhol, la exhibición se prodiga en diecisiete obras que son impresiones sobre telas vinílicas de collages digitalizados. Hay también una instalación y algunos objetos.
El humor es clave, y realmente aparece y brilla en muchos de los planteos de Maresca. Se trata de ficción política. Juan Domingo Perón y Evinha, su mujer, fueron los gobernantes de Brasil al tiempo que Getulio Vargas y su esposa Darcy lo fueron de Argentina. Así se entremezclan los slogans, las estéticas, las iconografías que, en definitiva, siempre se prueban compatibles y complementarios. Cada imagen tiene un texto a su lado, que le da literalidad al guión de la muestra que, abigarrada en su montaje, se desenvuelve seductora, nos implica en el juego propuesto. No perturba la acumulación de imágenes. Sí en cambio lo hace el reflejo de la iluminación sobre las telas vinílicas, un aspecto que merecía ser trabajado con mayor cuidado.
La instalación que nos recibe ni bien entramos, aporta también la banda sonora para todo nuestro recorrido: es la Marcha Peronista ejecutada con ritmo e instrumentación carnavalesca. Una buena idea que expresa con su uptempo el talante perseguido por Maresca.
En la acumulación de objetos que ejercen funcionalidad de altar a Santa Evinha, las figuras de yeso y las velas y flores artificiales aluden al esoterismo peronista, toda una disciplina a estudiar y discutir por siempre. Pero también a la Umbanda. La resolución es feliz, resulta elocuente e intriga. Provoca. Un video eficaz completa la obra.
Otros objetos, como la indumentaria de Santa Evinha, que resulta ser un vestuario folclórico bahiano, se entrecruzan con las telas vinílicas en el recorrido. Y también damos con un buzón, en el que somos invitados a introducir un papel que será sorteado para el obsequio de una obra cuando ya esté clausurada la muestra. Maresca tiene ideas claras en torno a la venta de obras de arte. Bienvenidas, en un ambiente timorato respecto a la exhibición de mecanismos comerciales. Entonces, cada obra tiene escrito a su lado el precio y la cantidad de copias existentes. En líneas generales, rondan los 500 dólares y las tiradas son de 30 ejemplares. Para adquirirlas, debemos acudir a una página web.
Si las estéticas peronistas resultan difíciles de encasillar o recortar, ya que habitamos un país en el que todo está permeado por este movimiento en nuestra historia contemporánea y reciente, sí podemos echar una mirada a algunos desarrollos visuales actuales que lo incumben directamente y lo vuelven foco de atención. Y pienso en Daniel Santoro, que fue quien exhumó unidades de significación ocultas para procesarlas y darles un matiz resplandeciente y aún así ambiguo. Su aparición y la continuidad de su obra marcan cualquier nueva aproximación a la iconografía aludida. En la tienda del Museo Evita, el material gráfico que se ofrece evidencia este rol insoslayable de Santoro en la elaboración contemporánea de imágenes acerca del peronismo.
Otros podrían continuar el establecimiento de un canon plástico en torno al “movimiento”. Por afinidades de campo, diríamos. De un modo no directo, un Milo Lockett erigido en paradigma de éxito, cuando representa el voluntarismo social por sobre los valores intrínsecos del arte, es sin duda alguien a quien las representaciones oficiales acuden cuando se trata de entrecruzar política "nacional y popular" y artes visuales.
Pero la muestra de Maresca, incontrastada operación pop mediante, desecha las ambigüedades de Santoro y abunda en la exaltación del populismo, que incluye a Getulio, contraparte brasileña de Perón, en un rol casi secundario para reforzar la figura del líder argentino y de Eva, que son aquí los verdaderos sujetos y protagonistas.
Señala Beatriz Sarlo (1) que el populismo está de vuelta entre nosotros, pero ahora como materia de reflexión y seducción para ciertas élites intelectuales. Gobiernos como los de Chávez o los Kirchner serían la actualización de su praxis, inspirados por autores como Laclau.
Y la reivindicación del populismo por parte de Maresca desemboca en su exaltación sentimental. Refiere el artista en un reportaje (2) que "el populismo es buena palabra. Es hermosa, una de las más bellas que hay. Significa un gobierno que piensa primero en los más necesitados del pueblo, que los cuida, que les sonríe, que les dice cosas lindas".
Y veamos qué dice Wikipedia acerca del populismo: "del latín populus; término político usado para denominar corrientes heterogéneas caracterizadas por su aversión a las élites intelectuales, su rechazo a las tradiciones partidarias y a los partidos institucionalizados, por liderazgos personales carismáticos, por su apelación directa al pueblo como fuente de poder".
Así tenemos más elementos para articular una visión comprensiva de las ideas que desarrolla "Populismo mágico". El realismo social propio de la propaganda soviética y fascista en la visión de Maresca se licúa en un pop más ingenuo y psicodélico, aunque sin perder el vínculo conceptual con los gobiernos de Perón y Getulio. Que resultaban modelos a imitar el uno para el otro, en el intento de Perón de crear una unidad argentino - brasileña - chilena como bloque regional, algo que, claro, nunca se llegó a plasmar. Líderes que se observaron con recelo, con esperanza, que terminaron distanciados debido a la escalada bélica a la que fue llevado Brasil en la Guerra con el eje nazi-fascista. Pero que coincidieron en sus roles de reformistas, en su anticomunismo, en el apoyo obtenido de las clases obreras urbanas, de la Iglesia, el ejército y capas de la burguesía industrial. Queda pendiente explicarnos porqué en Argentina el peronismo es aún omnipresente, mientras que en Brasil el "getulismo", ya hibridizado, se expandió hacia otras formas políticas.
Desde el kitsch, Maresca teje una hipótesis que seduce y suma a la mitología de la que se ocupa. Con sensibilidad y acrítica exaltación partidaria, y con saludable espíritu humorístico que se agradece. ¿Ganaré el sorteo? Me encantaría.
(“Populismo mágico” de Juan Maresca en Museo Evita, martes a domingo 11 a 19 hs., Lafinur 2988, Bs.As.
Entrada libre. Hasta abril de 2011.)
- “Los gurúes de los Kirchner”, por Beatriz Sarlo, para La Nación, 27/ 9/ 2010
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1308645
- “Si Perón y Evita fueran brasileño, Getúlio y Darcy serían argentinos”, por
J.P.Cinelli, para Tiempo Argentino, 3/1/2011
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