Sobre el arte callejero en interiores
por Guido Ignatti
 
Gualicho    
 

El origen del arte callejero se inscribe principalmente como obra de reacción ante las estructuras sociales imperantes. Como disciplina de quiebre, su función ha sido emblemáticamente correcta desde su aparición en escena, y no solo por vándala e ilegal, sino por el contenido que pregona con voz atrevida. Hoy se observa una tendencia –no total pero si de grandes magnitudes- de sometimiento a intenciones comerciales y hasta mercadotécnicas, disolviendo así el espíritu que lo gestó.

El término arte callejero (street art) define todo tipo de expresión artística originada en la calle. Incluye graffitis, stencil, pegatinas e intervenciones urbanas, así como también la obra concebida en la calle de manera ilegal- o por lo menos que así pareciera. El arte callejero pretende inmiscuirse en la vida urbana de las grandes ciudades, aunque también pueden verse piezas en lugares recónditos, para ser halladas de imprevisto o solo ser disfrutadas por unos pocos locales. Se desarrollan los mensajes subversivos, con crítica a la sociedad- tal vez con ironía y hasta invitando a la lucha social- o, simplemente, llamando a la reflexión. Este es el eje conceptual de esto que hoy se mueve hacia nuevas definiciones.

En la actualidad hay cierto debate en torno al lugar que ocupa este género inserto en el gran panorama de las artes visuales, y el problema que fundamentalmente se observa es de etiquetación o encasillamiento. Cuando excede los límites autoimpuestos pareciera dar pasos equívocos al pretender resignificarse. El arte callejero coquetea con dos extremos muy opuestos al manifestarse: el diseño en sí mismo y el contenido ideológico. Uno lo acerca al mundo comercial y el otro lo aleja, esto es quizá el porqué no encuentra su lugar definido en la escena contemporánea.

Muchas galerías y espacios comerciales, así como también galerías específicas de difusión de arte callejero, están exhibiendo extractos de lo que sucede en la calle, aparentemente por la necesidad de darle cuerpo a la obra para su comercialización. Ese momento de aguerrida lucha social que solía imperar en los pioneros de esta expresión en los ’80s y ‘90s, y sin hablar de los que acompañaron la lucha política del Mayo Francés en los ‘60s, hoy se ve condicionado por leyes y estructuras que no lo hicieron antes. Sin tener la arrogancia de decir que todo tiempo pasado fue mejor, el camino que transita hoy -quizás por su masificación- es realmente inestable.

La fuerza calórica que emana un mural por su monumentalismo evidente, al ser llevado a una escala “living” pierde ese ímpetu así como el poderío discursivo, para ligar solo con el aspecto decorativo. Dos claros ejemplos bien insertos en circuitos legitimados (galerías) de Buenos Aires son: Dani Dan y Claudio Roncoli. La tibieza observable en la pintura de ambos autores demuestra que la calle y el uso de la arquitectura como soporte son un plus para cualquier producción de esta índole; estas, al no tener un trasfondo interesante ni misterioso, se sostienen con muy poco, unos grafismos simplistas o unas pegatinas del tipo boceto publicitario.

Muchos de los artistas que trabajan en la calle no trabajan con crítica social o política, trabajan para embellecer la ciudad, brindándose para mejorar un barrio y/o animan paredones grisáceos y oclusivos. Pero, convengamos que, tomar un lienzo tan importante como una pared por la fuerza le quita decoratividad al asunto. Claro es el ejemplo de Gualicho, quien crea imágenes surrealistas que irrumpen en el paisaje urbano con su bestiario, hincando hondo la piedra de la subjetividad en las masas desatentas al paso. Gualicho sin politizarse hizo arder la ciudad mucho más que miles de otros artistas que, en esas mismas condiciones, se muestran en la calle. Supo armar un estilo bien definido, contemporáneo y sin pretensiones estilísticas más que las de mostrar el onirismo que en su cabeza habita. Otro artista que se destaca por lo peculiar de su imagen es Nerf, quien construye laberínticas geometrias 3D que levitan sobre el moho de las paredes cementosas que las soportan. Él es uno de los pocos que hace de la era digital en la que estamos sumergidos, material para sus obras; casi como una cita a la fase uno de la computación que coincide con el apogeo del graffiti en USA.

Dos galerías dedicadas al street art con ejes estructurales bien diferenciados son Turbo y Hollywood in Cambodia. Turbo tiene un línea de artistas mas puristas y un poco fríos, sometidos por el diseño gráfico e industrial- y digo esto no solo porque la galería parezca un gift shop lleno de peluches y objetos que representan el corte arte/diseño DOMA- sino porque la muestra actual de Juan Pablo Cambariere está muy diseñada también, tanto, que sus prototipos rusticoides son imágenes re-editadas de este “estilo” de diseño tan recurrente en la galería. Aunque conceptualmente la muestra sea correcta, esos personajes humanoides se ven como objetos de una regalería turística más que como obra de una galería. Hollywood in Cambodia, en cambio, se opone al minimal y al purismo. El horror vacui que quita el aliento desde la entrada del bar, pasando por la galería al fondo y terminando en la terraza, resignifica cada stencil y graffiti yuxtapuesto y/o superpuesto, armando una intensa instalación en absolutamente todo el edificio. Es muchísimo más interesante el espacio que la muestra que contiene. Jaz, que es un artista callejero de renombre y con una obra impecable en las paredes de la ciudad, también ha perdido el candor al volcar en una tela blanca lo que, antes en los lastimados muros, se sobresignificaba por la crudeza.

Y si de calores se trata, pero sin hablar de obra con calidad, imposible es no citar el reciente episodio ocurrido en la galería de Ignacio Liprandi, donde la muestra del peruano José Carlos Martinat fue cancelada después de que un comando de artistas callejeros irrumpieran en la inauguración para escrachar al espacio y al galerista. Esta manifestación fue consecuencia de la apropiación, por parte de Martinat, de pedazos de graffitis de la ciudad para, según él, resignificarlos y darles “cuerpo de obra de arte” al ingresarlos en la galería. Armar una instalación conceptual con retazos de graffitis expoliados, “vandalizar lo vandálico” como supo decir, es pretencioso además de denotar lo básico del pensamiento detrás de esta “nueva obra”. Según este artista conceptual, él perpetuaría las imágenes y las salvaría de la destrucción a la que están condenadas por la exposición climática a la que se someten. La obra de Martinat, absurda desde sus fundamentos, actúa con la simpleza y la obviedad de una operación adolescente que, sin medir las consecuencias, viene a consolidar la idea de este texto: la potencia/esencia de estas obras se sostiene en su espacio original, la calle; donde como gigantes aguerridos, dominan el territorio. Esto se podrá demostrar si renacen de esta muerte propiciada por el sistema comercial del arte contemporáneo. El arte callejero reducido y estandarizado en un formato mercantilista, es solo un esquejo de algo que puede crecer muy grande si el sol lo pintara de lleno.


 
Cambariere en Turbo
Hollywood in Cambodia, terraza
Jaz en Hollywood in Cambodia
Graffiti dañado por Martinat
Graffiti en la muestra de Martinat en Ignacio Liprandi
Danidan
Claudio Roncoli
Nerf    
 
     
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Año 1 - Numero 4
Tapa
Editorial + Staff
Lectores
Dama salvaje
Entrevista a Nushi Muntaabski
por Dany Barreto
     
Producción fotográfica: Nushi Muntaabski
por Rosana Schoijett
     
La temperatura de las cosas
Sobre el arte callejero en interiores
por Guido Ignatti
     
El desierto artificial
Proa: Las Pampas: Arte y Cultura en el Siglo XIX
por Juan Batalla
     
Las alas del museo
Sobre el Museo de Ciencias Naturales
por Mariano Soto
     
Catena premia a la escatología fotográfica contemporánea – Y rescata algunas gemas
Premio Foster Catena a la fotografía contemporánea
por M.S.Dansey
     
Carne
Corderos y pánico en una residencia artística
por Guillermo Srodek Hart
     
Cultura libre y copyleft interrogando al arte contemporáneo
Tensiones en la cultura digital
por Mariana Fossatti
     
Cuando sea grande quiero ser (un coleccionista) como Ale Ikonicoff
Pistas confusas, links e hipertextos sobre coleccionismo otro
por Alejandro Londero
     
Affaire Internacional
Traspasando las fronteras invisibles / Uche Okpa – Iroha
diálogo con Juan Batalla
     
Dr.Selva / Kid Yarará
Cómic
por Charlie Goz y Mari Bárbola
     
Foro de opinión
Marta Minujín
     
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