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Cuando empecé a interesarme en el coleccionismo todo el mundo me daba consejos, como si me estuvieran entrenando para una profesión, como si hubiera una sola forma de hacer las cosas.
Me dijeron de todo, les detallo algunos comentarios sobresalientes:
- me sugirieron NO acercarme mucho a los artistas, decidí entonces profundizar mi relación con ellos.
- Me comentaron lo importante del tamaño de la obra, gran parte de las obras que tengo son de pequeño formato.
- Me sugirieron tener en cuenta los artistas “consagrados”, ¿consagrados por quién?, después de 5 años, aún no lo sé. Así que fui a buscar las producciones y obras menos conocidas, a correr el riesgo.
- Me aclararon que una colección funciona si tiene un guión, un pattern, un hilván.... puede ser, y también si tiene intensidad.
Algunos de estos consejos sustentan los filtros para “entrar” a este mundillo del arte contemporáneo (riqueza, divagues teóricos, frustraciones otras). Descubrí rapidamente que estos consejos y estos filtros del Club de Golf del Arte Contemporáneo pueden ser evitados con el contagio de los que tienen pasión, con perderle el miedo a equivocarse (o tratando de equivocarse rápido como sugiere Tom Peters), agregándole intuición y también sensibilidad.
Escuché decir, “yo también le compré al mismo artista”… ummmhh, sospechoso. Si todos apuntan al mismo, el universo es pequeño.
En este camino, hoy (todo lo escrito es historia) no encuentro que el coleccionar tenga una única función, más bien pienso como mi amigo Alejandro Ikonocoff, que me comenta que (el coleccionismo) “dinamiza e incentiva a los artistas y al medio para que puedan desarrollarse desde su lugar natural, además de mostrarse y originar documentación y registro, y tiene la obligación de ser, evolucionar, como inyector de dinero en el medio con el fin de crear nuevas y mas herramientas para que nuestros artistas puedan circular y así ser y entender desde dónde proviene nuestra identidad“. (Nada menos). Está bueno.
Mi manera de ser coleccionista es personal. Preguntar, dudar (no desde la acción), reflexionar, codearse, discutir, desconfiar, problematizar, cuestionar, disfrutar, enojarse, negociar, contradecirse, comprar, divagar, defender, desear, molestar, circular, relativizar, acompañar, pensar. El día que el arte, y el acto de coleccionarlo, me dé sólo certezas, lo abandono.
¿Crece el numero de coleccionistas?
¿Será que la gente le tiene miedo al arte (contemporáneo)?
¿Qué pasa cuando el arte entra a tu casa?
Habitualmente el hogar es un espacio de tranquilidad y de desconexión (y qué mejor que conectarse a la caja boba para atontarse); ahora, si le sumamos arte, le estamos agregando algo interesante a los ambientes, convierte a esa casa en única, las obras desafían las percepciones y abren el pensamiento de los que habitan el lugar y también de los pasajeros que la visitan. Esto se puede hacer de forma afectiva mas que profesional.
El coleccionismo. No tendría que ser una competencia contra los museos, sino una pieza más del mecanismo del arte contemporáneo (como los museos).
Ahora si te enfermas de coleccionismo agudo y te lleva a una “Crisis del Sillón del Living”, hay soluciones:
- 1) Comprar sillones adicionales de diferentes colores
- 2) Construir un Living o espacio nuevo
- 3) Llevar la obra a la casa de Verano, o lugar de trabajo
- 4) regalar arte
(Pablo Helguera dixit)
¿Cómo sé si soy coleccionista? ¿Soy o no soy? ¿Quién me legitima?
Le pregunté a Leticia Obeid y coincidimos; no hay certezas... (¿hay acercamiento entre los artistas y los coleccionistas??)
¿Será el mercado el que me legitima?, me pregunta Aníbal.
La pasión por coleccionar la tenés o simplemente no la tenés (como un Síndrome de Diógenes benigno). Potenciales coleccionistas, esos que sin forzar una situación, tienen la afición pero no la han descubierto aún, hay muchos; pero no lo saben.
¿Qué más?, parte de lo que te devuelve “coleccionar”, pasa cuando encontrás a los que tienen un recorrido mas largo y les gusta compartir sus experiencias, sus propios recorridos, (“como una forma de no sentirse solo en esta Red trófica de colaboraciones imprescindibles y cruzadas” dice Eva Grinstein). Por ej.: el mismo Ale Ikonocoff , con sus Clínicas, Gustavo Bruzzone, que tiene una colección que está bien buena, y mas lejos,Herb and Dorothy (googléenlo los que no los conocen).
También disfruto de las súper colecciones pero, nuevamente, dudo, ¿no asustan un poco a los micro-coleccionistas?
Cuando la conversa pasa mayormente por el dinero mas que por la obra, me aburro.
Admiro a los que lo hacen por egoísmo pensando en satisfacerse onanísticamente, (“que el eco estético te acompañe y siga en el tiempo”, J. Helft). Todos tenemos un poco de eso también.
Y para los que ya empezaron, ¿qué está pasando? ¿el coleccionismo es moderno o contemporáneo? ¿podemos seguir pensando sólo en una acumulación de objetos?
Se hace difícil acompañar a los artistas, sus ideas, sus manifestaciones actuales, si esto solo pasa por la especulación en el incremento de los precios de lo que comprás barato para vender caro. (¿Cómo hacemos con lo que va mas allá del registro?)
Otra vez consulté, y Aníbal Buede dice: “ARTISTA CONTEMPORÁNEO, un artista que se asume dentro de ese sistema, que interactúa con él, que lo modifica y que se deja modificar. El coleccionista debería funcionar como un propiciador y posibilitador que tiende a potenciar la relación del artista con este sistema.”
Supongo también que la colección comienza cuando la razón comienza a desaparecer. La razón que particularmente tengo para comprar una obra de arte es el puro deseo. En este sentido, las personas con otras razones no serían coleccionistas sino compradores de arte, inversionistas, qué sé yo. (Que tampoco está tan mal).
Todos pueden ser coleccionistas (todos). Y a quienes no les interesa entrar en esta categoría, también pueden consumir y comprar arte.
El arte contemporáneo puede ser infinitamente más interesante y mas económico que un póster brillantemente enmarcado.
Por último, si pueden y los dejan, compren con los ojos y con el corazón, cumpliendo con nuestros deseos, los más puros y los más oscuros.
A. Londero (Cap. Fed. 1973): vivo en Villa Allende, Córdoba, con Silvana y mis 3 hijos, Violeta, Serena y Vito. Soy escorpio + bufalo. Completé la carrera de contador público. Trabajo organizando el congreso de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista. Participé y colaboro con espacios y gestiones de artistas independientes como Casa13, Nova, Loba Prod., Curatoria Forense y Asteroide.
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