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Qué es la fotografía sino una conquista sutil pero, que a la vez, se torna eficaz ante el último click, el gozado. Nora Lezano libra la batalla que viene ganando en el terreno masculino de la cosificación del modelo. Objetualizó a las lobas más grandes para Playboy, a las bestias del rock para sus fans, a los actores, a la moda y a todo lo que se le cruzó. Terminó consigo misma, autorretratada, presa de su propio deseo tumbada en una escalera, deseo que la define como carne y metatexto, el que hay entre todas las cosas, relacionándolas. Y eso es lo que ella sabe fotografiar mejor que nadie.
Criaturas brillantes de piel tatuada y perforada, otras de piel aceitada y bronceada suavemente, flequillos, anteojos de cotillón y outsiders. Trofeos. La conquista motiva y ella, que es una mujer como pocas, sabe arrebatarle la mirada al macho promedio, fundada en un erotismo primigenio, para volverla algo más misterioso de lo que jamás puede llegar a ser por sí sola.
¿Queda claro porqué la elegimos a ella para la producción del segundo aniversario?
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Nora Lezano.
Nació en Buenos Aires en 1970, el día más caluroso de febrero, según su madre.
Es hija única.
De chica soñaba con viajar a la Luna.
Se lleva bien con los perros.
Tiene mala memoria.
Disfruta y vive de retratar gente.
Fotografía sin culpa.
Lee mucho, dibuja en cuadernos, casi nunca usa vestidos.
Dirigió videoclips, hizo la luz en obras de teatro y realizó la puesta y dirección de dos performance de poesía.
Escribió un libro, “Sin sueño se duerme también”, a punto de editarse independientemente.
Parte de su trabajo puede verse en www.noralezano.com
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