Entrevista a Gabriel Orozco
por Agustina Bullrich
 
   
 

Por estos días puede verse en la galería Marian Goodman de Nueva York “Thinking in circles”, la última muestra del artista mexicano Gabriel Orozco. Durante las primeras tres semanas esta exposición funcionó en simultáneo con otro proyecto de Orozco, “Spanish Lessons”: un laboratorio-escuela-experimento colectivo compuesto por escritores y artistas, que buscó indagar en las relaciones entre traducción, arte y lenguaje a través de una variada serie de actividades. Las actividades incluían desde clases de español ―individuales y grupales― hasta charlas y talleres con distintos artistas y escritores. También incluían tres sesiones de “Mirror Crits” (críticas espejo) en las que Orozco presentó la obra de otro artista como si fuera suya.   

Llegué a la galería Marian Goodman sin saber muy bien qué esperar, que es posiblemente una de las mejores formas de llegar a cualquier parte. Sabía que Orozco estaría allí y que haría algo parecido a una performance, o un juego.  Quiénes, dónde, cómo sería ese juego: todo territorio desconocido. Era miércoles por la mañana y estábamos en Midtown Manhattan.
Spanish Lessons funcionaba en el piso de abajo de la galería. Entré al salón de clases donde sería la charla y me senté. Era una salita pequeña, había unas quince o veinte personas. A los pocos minutos llegó Orozco, sólo que al entrar a esa sala dejó de ser Gabriel Orozco y se transformó en un artista desconocido. Se disculpó, estaba un poco nervioso por la charla, y empezó a hablar de la obra: “me llaman Malévich existencial”. El artista desconocido mostraba diapositivas de su trabajo (pinturas abstractas geométricas, diagramas, fotos de un cuerpo de mujer tatuado con fórmulas matemáticas)  y hablaba de su obra usando muchos de los términos con los que se asocia a la obra de Orozco: azar, circularidad, “entre espacios”, juegos. Después de unos cuarenta minutos de charla, se abrió el espacio para preguntas. “¿Cómo te llamás?” arrancó alguien. “No sé, pero estoy acá, the artist is present” respondió Orozco citando a Abramović. El juego seguía. Quisieron saber por los títulos de sus obras (“he sido muy criticado por eso”) y preguntaron por su opinión acerca del performance y el arte participativo (“No me gustan. El arte participativo trata a la gente como chicos, y sermonea. No creo que el arte tenga que dar sermones”). Movieron una última pregunta: ¿veía alguna relación entre su obra y la de Gabriel Orozco?,  “¿La obra del tipo de arriba?” preguntó el artista desconocido. Dijo que no le gustaba  (“es muy rígida”) pero comenzó a esbozar posibles puntos de contacto. De pronto el artista desconocido estaba analizando la obra de Gabriel Orozco, el tipo de arriba. Frente al espejo, otro espejo: la imagen se multiplicó. “¿Y si el tipo de arriba decide bajar a escuchar la charla?” pensé. Hacia el final Orozco preguntó quién era el artista, una chica de unos veintipico levantó la mano y se presentó.   
Al terminar la charla pasé por la sala común. Sobre una de las paredes proyectaban la conferencia de Borges sobre la ceguera. Desde el teatro Coliseo llegaba la voz del escritor hablando de los colores, los tigres y la timidez. Mientras, Orozco –que también estaba en esa sala charlando con alguna gente—volvía a ser Gabriel Orozco, el artista mundialmente reconocido, figura clave de la escena del arte contemporáneo internacional. No me animé a acercarme. En cambio, subí al cuarto piso a ver “Thinking in Circles”: la muestra que explora la recurrencia de motivos circulares en su obra y su función como motor de pensamiento y creación.
Un rato después tomé el ascensor para volver al tercero y hablar con las organizadoras de Spanish Lessons, necesitaba algo más de información para escribir la crónica. El ascensor llegó por error hasta la planta baja. Las puertas se abrieron, del otro lado Orozco y su mujer preguntaron “¿up?”. “Sí” respondí yo, y subieron.
-Ah, tú estabas en la charla, tomabas muchas notas, ¡yo pensé que eras la artista!, dijo la mujer de Orozco.
-Ah sí, sí, es que voy a escribir una nota para una revista de Argentina. Ahora estoy subiendo para hacerles unas preguntas a las organizadoras…
Las puertas del ascensor se abrieron y nos devolvieron al tercer piso. A Orozco se le ocurrió una idea: ¿por qué no le hacía las preguntas a él?    
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-¿Cómo surgió la idea del Mirror Crits?

-Pues es una idea que yo tenía ya hace tiempo, porque aquí en Estados Unidos es muy común que inviten a artistas como yo a universidades. Entonces por dos días visitas los estudios de los estudiantes de posgrado y estás de 20 a 40 minutos con cada uno, ellos te muestran su trabajo, tú les haces comentarios y hay un diálogo que, en teoría, a los alumnos les va a servir muchísimo. Lo que pasa es que no es un sistema que a mí me convenza del todo, porque en un solo día tienes que ver a 20 y pasás de un mundo a otro mundo a otro mundo, y tienes que a fuerza decir algo. Entonces yo tenía esta idea de que de repente en lugar de eso se podía integrar artistas jóvenes con la idea de traducción. Que me dieran el trabajo y yo exponerlo delante de toda la escuela como si fuera mío, y con cierto humor y con ciertos chistes de la obra, como una especie de farsa o de comedia de una crítica, precisamente para que sea más útil el comentario.

-¿Y cómo fue el proceso de selección de los artistas? ¿Vos los elegiste?

-Fue un sistema de aplicaciones. Aplicaron como 60 personas, unos días antes del Mirror Crits yo escogía uno, y ese artista mandaba más información y allí yo me ponía a ver el trabajo y de la poca información que me daba, a veces el título o la técnica de la obra, empezaba yo a hacer el discurso como si fuera mi trabajo, a defenderlo, pero  yo no conocía al artista. Este ejercicio tiene mucho de improvisación, improvisaba la plática.

-En la charla de hoy estabas hablando del trabajo de otro pero mucho de lo que decías tenía que ver con tu obra…

-Claro, porque hablas más de ti cuando hablas de otro.

-¿Elegiste artistas que te gustaban?

-A mí casi no me gusta nada… No necesariamente tenían que ser artistas que a mí me gustaran al 100% sino que era una transposición o un traslado que tiene que ver con traducción, tiene que ver con convertirte en otro lenguaje, o sea en otro artista, tratar de aprender un idioma que no es el tuyo y hablarlo, defenderlo, entender las intenciones del artista, es decir, ese fue un ejercicio que obviamente no tiene que ver con el español en sí mismo, pero es un ejercicio de traducción de un artista a otro. Elegí artistas con los que sentía que tenía algo que decir.

-¿Y cómo es eso…casi no te gusta nada?

-Pues no… no hay tanto arte que me guste la verdad, arte contemporáneo muy poco. Tengo mis artistas que me gustan mucho, que me gusta seguir...

-¿Que quiénes son?

-  (Piensa) … Me encanta On Kawara por ejemplo, me gusta también Cy Twombly, siempre que veo sus pinturas me da gusto verlas, Richter me intriga mucho, siempre me encanta ver lo que hace…Bruce Nauman también. Y así… Si te pones a ver, son artistas muy diferentes a lo que yo hago.
Orozco define Spanish Lessons como “un laboratorio y proyecto colectivo, un espacio de encuentro y de diálogo”  y se refiere a “Thinking in circles”, su exposición del piso de arriba, como “una muestra bastante hermética, una investigación personal, no muy comunicativa, tal vez la más ensimismada de mis muestras”. Y es precisamente la distancia entre los dos proyectos, cierta cualidad de opuestos, lo que permite pensar su coincidencia en el tiempo y en el espacio de la galería como obra de Orozco. El juego de las paradojas, sabemos, es uno de los preferidos de este artista que suele hablar sobre la influencia de Borges en su obra.
La lista de colaboradores de Spanish Lessons incluye “invitados y fantasmas” (en inglés un juego de palabras: “guests and ghosts”) entre los que encontramos a Alejandra Carrillo, Abraham Cruzvillegas, Mónica de la Torre, Pablo Helguera, Gabriel Kuri, Damián Ortega, Wilfredo Prieto, Sara Schulz, Ezequiel Zaidenwerg y también a Ulises Carrión, Ben Lerner, Lawrence Weiner y, claro, Borges. Al hablar de los fantasmas Orozco se sonríe y explica: “Cuando hice la lista de los participantes era imposible hacerla precisa porque no estaba claro qué iba a pasar, por ejemplo yo no había incluido a Lorca, surgió… y luego José Martí también entró porque Wilfredo Prieto le construyó un poema, entonces era imposible tener la lista completa. Por eso la idea de ‘ghosts’: invitados y fantasmas.”

-¿Y la idea de Spanish Lessons cómo surgió?

-Surgió como por varias partes. Por un lado tenía ganas de hacer algo en la galería Marian Goodman aquí en Nueva York, que fuera un poquito diferente la dinámica de la exposición y con un posible grupo que en ese momento no estaba definido.  Nueva York se ha convertido en un lugar muy eficiente para producción y para el comercio de arte, pero creo que todavía hay mucho por hacer en cuanto a lugares de encuentro y de discusión del arte. Entonces la idea de clases de español es como una excusa para generar un equipo de trabajo y de discusión y generar ideas, con varios tipos de gente también. Algunos artistas que ya conozco de antemano, pero también con algunos que no conocía bien y quería conocer, un poquito más jóvenes tal vez y también con poetas, traductores o escritores.  
Las artes plásticas no tienen un problema tan grave de traducción como obviamente lo tienen la literatura o el cine, sin embargo de la traducción de los artistas de un idioma a otro cambian un poquito las cosas y hay una transición a veces imperceptible para el espectador, pero casi siempre fuerte para el artista, aunque al final en la obra de arte, en el objeto o en la imagen no se tome en cuenta. Pero en los títulos, en la manera de pensar, en la manera de resolver ciertos problemas de lenguaje y de arte, influye mucho si la educación que uno tiene es en español o en francés o en alemán o en inglés.
Por otro lado, otra parte de cómo surge la idea tiene que ver con que, cuando Duchamp llega a Nueva York, aunque ya es más o menos conocido como artista él tiene que ganarse la vida de alguna manera y es cuando está dando clases de francés, pero al mismo tiempo él está aprendiendo inglés porque su inglés no era tan bueno tampoco. Entonces esta actividad para ganar un poco de dinero también se convierte en una actividad social comunicativa importante, él aprendiendo inglés y conociendo gente…Sabemos que su obra es mucho en relación al lenguaje, incluso todos sus títulos son en francés, hasta lo último, “Étant donné”, que es una obra que él hace enteramente en Nueva York, cuando ya es ciudadano americano, después de ya haber pasado muchos años aquí y hablar perfectamente inglés, pero sin embargo es curioso que él siga pensando en francés.
Probablemente nos pasa algo parecido a nosotros que hablamos español, los mexicanos por ejemplo, por más que estemos viviendo aquí, hablando inglés y lo que sea, hay una manera de pensar, de poetizar en el pensamiento o de percibir la realidad y de estructurar ideas que tiene que ver forzosamente con el español.

-Hablabas recién de cómo este proyecto implicaba una dinámica de exposición diferente, ¿cómo te resultó esa nueva dinámica?

- Antes cuando exponía especialmente en esta galería, al día siguiente de la inauguración me iba del país, me iba a viajar a algún lado, no quería saber nada más de la exposición después de haber estado muy concentrado en hacer el trabajo, me agarraba una especie de “ya me voy de aquí”, y a lo que sigue, porque no te puedes quedar ahí y me iba a hacer otra exposición o regresaba a México o me iba a Francia. En cambio ahora por este proyecto me quedé todo el mes y vine a diario, aunque esto sea en el tercer piso y mi exposición es en el cuarto, pero para mí también es un cambio de rutina: venir a Midtown, tomar el metro, llegar a la oficina a las 10 de la mañana hasta las 7, tener mi oficina, comer como los de Midtown mis ensaladas en frente a la computadora. Toda mi vida fue muy diferente estas tres semanas y creo que eso también era parte del proyecto, cambiar la rutina, cómo interactúas con la gente.

-¿Tenías un público en mente cuando pensaste el proyecto?

-La verdad no tan claro, sabía que iba a ser un público de gente que circula en galerías…además Midtown y Marian Goodman… pero también estudiantes que siempre han venido a mis exposiciones. Pero sí, en efecto es más un público culto digamos, bastante preparado, porque estamos en una zona donde confluyen en las galerías de arte artistas o estudiantes de historia del arte o coleccionistas… y justamente se trataba de eso, de usar el español en este contexto. Finalmente el español es la segunda lengua más hablada en los Estados Unidos, pero es una lengua que es de uso de calle, y sin embargo es una lengua muy interesante en todos los aspectos: literarios, filosóficos, políticos, etc. El español en estas zonas no tiene un estatus como lo tiene el alemán o el francés en el sentido de idioma de gente culta, que para citar a un filósofo o a un poeta lo hacen en francés o lo hacen en alemán. Rara vez oyes  a un snob americano o inglés recitando a Cervantes o a Borges en español, y todo el mundo lo cita a Borges pero nunca los oyes intentar decir algo en español más que cuando se quieren pedir un café con leche o huevos rancheros.

- Ustedes presentan Spanish Lessons como un think tank, que es algo que suele funcionar como un grupo de gente que genera ideas con algún fin posterior. ¿Hay alguna intención de por ejemplo publicar algo con lo que se produjo en estas semanas de trabajo?

-Claro, puede ser, ya ahora después de tres semanas se hizo evidente que hay ciertos objetos, ciertos collages, ciertos poemas, ciertos textos, fotografía, video… hay mucho material de todo lo que fue el intercambio aquí. Pero este laboratorio no tenía un propósito fijo en cuanto al resultado final, sino que era más un intento experimental de ver qué generaba la excusa de aprender español o enseñar español, qué tipo de efectos tenía en el trabajo de los artistas que participaron, de los poetas que participaron y del público que viene a ver una exposición de arte y de repente está en medio de una clase de español. Es un formato de actividad que creo puede ser interesante llevar a otros sitios… Argentina podría ser…

-¿Por qué Argentina?

-No sé, es un decir… ah, puede ser porque ustedes hablan muy mal español, entonces a lo mejor les quedaría bien (risas).

- (risas) ¡Claro, para enseñarnos a hablar en neutro!

-¡Es una broma! Pues no sé… yo no lo pensé para que viajara pero ya después de ver cómo funciona y que sí funciona y que tiene algo muy fresco y muy especial para la gente que lo hace, sí claro, creo que es un formato que se puede aplicar en diferentes lugares, no sé…me imagino una institución, un museo… en Argentina… o en Brasil. Pero en efecto, si lo hago en Argentina, ¿van a ser clases de español o no? Tal vez sí… tal vez aunque sea español en un país de habla hispana funciona, entonces se convierte en talleres literarios o a lo mejor en talleres de traducción. Entonces a lo mejor hablamos bastante también en inglés y en francés porque estamos hablando de comparar lenguajes. También obviamente hay un intercambio más cercano entre poetas o escritores y artistas, que creo que también es interesante.

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Volví al tercer piso de la galería dos días después para sacar fotos del lugar. Era viernes por la tarde y era el último día de Spanish Lessons. Orozco estaba en la sala común. Jugaba con un pequeño boomerang de papel.



Gabriel Orozco (Veracruz, México; 1962)
Estudió en la Escuela Nacional de Artes Plásticas de su país y en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. Su obra recorrió bienales y museos de todo el mundo incluyendo la Bienal de Venecia (1993, 2003, 2005), la Bienal del Whitney (1997), Documenta X y XI, y más recientemente retrospectivas en el MOMA, Nueva York; el Kunstmuseum, Basilea; el Centro Pompidou, París; y la Tate Modern, Londres (2009-2011).
La obra de Orozco resiste la identificación con un único medio; sus exploraciones abarcan el dibujo, la pintura, la fotografía, la escultura y la instalación. Gran parte de su trabajo se relaciona con eso que algunos críticos llaman “arte participativo”.
Algunas de sus obras más conocidas: My Hands Are My Heart, La D.S., Ping-Pond Table, Until You Find Another Yellow Schwalbe y Elevator: una cabina de ascensor que Orozco rescató de la demolición de un edificio en Chicago y recortó para que produzca una alteración en la memoria espacial del visitante.



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Agustina Bullrich es Licenciada en Ciencias de la Comunicación (UBA). Desde 2009 vive en Nueva York donde hace un doctorado en literatura y arte latinoamericanos (SUNY). Actualmente trabaja en la organización cultural Franklin Furnace, coordinando el armado de una exposición de arte público que tendrá lugar en diferentes barrios de Queens, Brooklyn y el Bronx, a lo largo de 2014. Escribe sobre arte y cultura contemporáneos para diversos medios de Buenos Aires y NY.



 


     
 
     
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