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Estos tres libros exhiben lo diverso de la masculinidad actual, en este mundo de géneros subvertidos y misturas variopintas. Pero no lo hacen como en un catálogo, pensamiento devenido de la frivolidad de sondearlos levemente, cosa fácil ya que, además de ser muy buenas piezas visuales, su contenido erótico podría colocarlos en un lugar más terrenal y menos aurático. Más allá de ser una nómina de hombres- o de fetiches entre ellos- lo que verdaderamente exponen estas tres ediciones es la patológica fuente de inspiración de autores que, desde diferentes campos de interpretación y con metodologías propias, modelan su modelo al exponer su propio deseo.
Y si el capricho los guía tras la presa, algo natural en la jungla rosa, esta presa que conoce el juego- objeto de deseo claramente asumido- se deja estudiar, se brinda y se pone al servicio del propósito. El otro, quien congela su pulsión erógena para darle forma intelectual, es quien está bajo amenaza, mucho mas que el primero, aunque parezca lo contrario. Al exponer una fibra tan profunda como el placer se genera un tipo de vulnerabilidad muy cruda, muy real; por ende quien lo haga está constantemente a merced de lo que busca. La producción condicionada al orden de lo privado, lleva por terrenos personales que van sobre lo que sucede comúnmente en el medio artístico cuando se exhiben ideas o una toma de posición. No está de manifiesto solamente lo ideológico. Es lo que se elige, persigue y acecha. El erotismo, el placer y hasta el amor. El pensamiento puede endurecerse en cualquier tipo de presentación, pero el deseo propio manifestado de forma tan evidente se vuelve pura y exclusivamente subjetivación, y la escena es otra.
Gustavo Di Mario deambula cómodo por el camino agreste, el del interior del país, donde las fiestas rurales anfitrionan como escenarios semiocultos. Allí retrata intermitente pero estable, en un lapso de cinco años, a los hombres de campo. El gusto por lo simple lo seduce y encantado por los olores y el ruido de la faena, se adentra en el tema. Él, en su afán de captar al macho en crudo, se inmiscuye como ladrón en propiedad privada, en terrenos donde la cámara de fotos irrumpe y es extraña. Incomoda. Di Mario no es un gaucho pero sabe camuflarse. Así logra que un pueblo entero se entregue a su mirada tras la cámara. Bandido rural que hizo lo que pocos pudieron, dejar de temer que la fraternidad entre gauchos sea muy gay como para mostrarla. No lo es desde adentro, pero si para el afuera que fantasea. Sus capturas son reales, no hay impostación, entonces el entre líneas erótico se torna real, aunque esté velado y expuesto a la vez en la masculinidad de campo tan segura de sí y a sus anchas.
El segundo libro también va de fotos, y si hay algo que Pix Talarico sabe, es tomar buenas fotos. Amo y señor en el campo de la técnica, en este libro apostó a un reto diferente. Buscar la asociación con un modelo que lo desafía sobre el control de la imagen en cada toma. Esto no es algo fácil de ceder para alguien que está siempre dirigiendo en fotografía. El trabajo en el libro se torna psicológico, los complejos de observador y observado sublimados en la relación personal entre fotógrafo y modelo parecen comandar el viaje. Y Nueva York la excusa para registrar una intimidad forzada. Nahuel Perez Biscayart es quien le debate a Talarico la autoría, joven actor de apariencia frágil pero de semblante intenso que cuestiona la idea del mancebo mentado para tratar de subvertirla. Las fotos de este libro, que se plantean documentativas y apelan a la figura de la bitácora de viaje, dicen mucho más entre líneas sobre las relaciones entre observador y observado que lo que aparentan.
El libro de Hernán Marina es explícito, sensual desde el dibujo del cuerpo heroico, como sucede en toda su obra; y ese mismo cuerpo- aunque dominado sexualmente por un otro- sigue representando al coloso imponente, al guerrero, pero esta vez de la intimidad. Marina no dibuja la derrota, presenta en el sacrificio de la ofrenda la más honda entrega. Estos héroes- o bestias sexuales en mejores términos- en juegos de roles sadomasoquistas podrían caer en el trillado terreno de la sexualidad perversa, expuesta sin más que para provocar. Pero además de la línea aséptica, quirúrgica, que caracteriza a su obra y es tan necesaria para depurar dejos de obviedad, la inclusión del espíritu de lo sacro es fundamental. Insertado mediante textos, que se vuelven solamente visuales, no solo por la tipografía gótica sino por estar escritos en alemán. Encriptada la literalidad, las imágenes se perciben religiosamente incomprensibles, y la experiencia frente a ellas, misterio mediante, se potencia en la fé. Igualmente, para los amantes del conocimiento, en la ultima hoja del libro los pasajes se traducen al español.
Desde tiempos prehistóricos se pone en imágenes lo que se desea, lo que no abunda, lo que es especial. Estos libros, cual ofrendas impregnadas de religiosidad y devoción, claman por el deseo de los hombres- de estos tres hombres-.
“Interior” Gustavo Di Mario, Edición Remota casa editora. http://www.edicionremota.com/
“N en NY” Pix Talarico, Asterisco books. http://www.n-in-ny.com/
“La serie alemana” Hernán Marina, Arta ediciones. http://www.artarevista.com.ar |
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