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Con este breve artículo me propongo hablar sobre una obra de aquellas que ya no son obras (las únicas que verdaderamente cuentan, diría Theodor Adorno).
Esta semana ví un par de muestras en Córdoba y en Buenos Aires, pero finalmente me decidí a escribir sobre un recorte, sobre un fragmento del mundo aún no-artístico al que postularé como candidato a obra de arte por derecho propio. Lo voy a hacer esbozando algunos argumentos acerca de la arquitectura misma de su configuración lingüística y sensible, que podrían permitirnos comprimirla institucionalmente, integrarla al horizonte de expectativas de lo artístico-contemporáneo.
Se trata del afiche de propaganda electoral de Victoria Donda, candidata a diputada por el Frente amplio progresista: Allí aparece ella sosteniendo un cartel que reza “Despenalización ya”. Un poco más abajo, más pequeño, puede leerse “para combatir el narcotráfico”, y de fondo (tal vez lo más asombroso) se repite una y otra vez, y rellenando todo el espacio circundante, la frase “vamos a portarnos mal”.
Cuando -hace un par de días- transitando distraídamente lo ví, quedé genuinamente confundido. Este es un mensaje que en ese contexto de enunciación es –al menos– inesperable. Si prestamos atención al enigmático afiche publicitario de nuestra bienquerida Donda, inmediatamente cabe preguntarnos: ¿Qué es lo que ella y sus asistentes habrán deseado hacer diseñando un cartel así? ¿Que hipótesis de sentido podríamos arbitrar ante este aparente atropello a la razón? ¿Es útil este cartel, es eficaz a los fines de una campaña política? Es decir, atendiendo al cartel como signo instrumental que uno esperaría encontrar en las calles, en el marco de las campañas electorales: ¿Parece ser ésta una maniobra racional, si es que la intención es convencer a una considerable porción de ciudadanos de que es conveniente votarla? ¿Es rentable públicamente exhibirse alentando al mal comportamiento? Y aún si imagináramos que se trata en realidad de un dispositivo más complejo, vale decir, si vamos un poquito mas allá con las especulaciones y pensáramos que Donda en realidad no está haciendo una mera apología del mal comportamiento sino que intenta realizar una especie de guiño semiótico a algunos sectores radicalmente anti-conservadores, actualmente en proliferación ¿Es inteligente promocionarse de una manera tan ambigua, incompleta, tan rara, cuando lo que debería pretenderse es convencer de manera eficiente a las masas que se encuentran con el cartel espontánea y fugazmente? Yo más bien propondría otro camino hacia la resolución del enigma en este signo.
En las discusiones más actuales acerca de arte contemporáneo tenemos una serie de asuntos en los que casi todos se ponen de acuerdo: Las obras son en muchos niveles inútiles, contingentes: su carácter innecesario es condición de necesidad para el desempeño de su aspecto autónomo. Por otro lado, el rol de su circulación tiende a ser central, y se suele hacer más énfasis en las lecturas analíticas de los artefactos artísticos, sin que importen demasiado las intenciones explícitas de los artistas ni siquiera a la hora de valorar el sentido de las obras. Por último, también suele decirse con frecuencia algo que está creciendo en el despliegue de los discursos sobre el arte a nivel mundial: que las mejores obras despliegan –en algunas de sus dimensiones– una maniobra irónica o autocrítica.
Como receptores podríamos ponernos de acuerdo en que esta pegatina posee las características de inutilidad real en el tipo de praxis que se espera de ella – ya que a Donda sin dudas este artefacto parece no servirle para recaudar mayor cantidad de votos que la competencia–. También podríamos tomar por mordacidad el gesto de sobreexposición teatralizada, esa absurda condescendencia para con un sector minoritario, que además asegura el rechazo de un sector mucho más amplio y poco informado acerca del juego semiótico en cuestión ¿No parece este cartel una auténtica sobreactuación irónica de las miserias de la propaganda electoral? O podríamos pensar, tal vez, ¿Podría ser una crítica sarcástica de los mecanismos de recaudación de voluntades parecidos a éste, como por ejemplo los del arte mismo? Y si lo asociamos a la canción homónima (vamos a portarnos mal) de la banda politiquera Calle 13, que actualmente está tan de moda¿no podría además estar remedando críticamente el discurso del “artista político” que distribuye mercancía pseudorevolucionaria y así convoca a masas de consumidores? Este cartel, entonces ¿no es en algún sentido una "autocrítica de la humanidad" –rol que recientemente se le suele atribuir al arte?
Hoy, después de que en muchos ámbitos académicos se ha llegado a consensuar en que poco o nada interesan las intenciones de los autores empíricos en la configuración, candidatura y puesta en valor del sentido de una obra de arte ¿No podríamos pensar que esto es una obra de arte, y además una bastante avanzada? Digo, porque la tentativa de explicar el sentido de este cartel puede conducirnos directamente a pensar y cuestionar la idea misma de propaganda electoral y de sistema democrático, de propaganda artística y presunta “democratización” del arte. Este cartel más que racionalización instrumental para el dominio político parece ser incorrección política, autocrítica y racionalidad comunicativa exhibiendo críticamente algunos mecanismos de dominio.¿Podríamos esbozar una hipótesis mejor? ¿Es en verdad más lógico pensar que Victoria y todo un grupo de expertos en publicidad están locos o son unos pavotes, y no que son unos contundentes artistas criticando las falsas creencias instaladas en nuestra sociedad?
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Juan Gugger (1986, Dean Funes, Córdoba). Vive y trabaja en Córdoba Capital desde 2003. Entre sus proyectos recientes cabe destacar: Co-existence Project, en Americans art gallery¸Miami, USA, 2010//Participación como artista, curador, comentarista y editor del Progetto Umidità 3.0 | Le figure e le icone + Inventario | Laboratorio de reactivación Córdoba, Argentina, 2010 // Co-desarrollo de la obra+libro de artista del brasileño Ricardo Basbaum Ouvido de corpo, ouvido de grupo, Muestra internacional de arte contemporáneo Afuera! Arte en espacios públicos, Córdoba, Argentina, 2010.
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