Mención Concurso Sauna
por Manuel Molina
 
`Baobabs´- Fotomontaje; Patricia Müller    
  0. Constelaciones

“No debemos permitir que nos arrebaten el derecho de pensar dialécticamente (…)” reza una epístola de 1950 de Theodor Adorno a Thomas Mann. Pensar dialécticamente suponía para los primeros frankfurtianos suspender el principio de identidad y no contradicción sobre el que se estructura todo el pensamiento occidental. Así, se incorporan al pensamiento los tropiezos, las contradicciones irresolubles y la tos de un mundo dinámico como el moderno (o ya hipermoderno, hiper-acelerado). Los opuestos no se eliminan, al revés, se sostiene la contradicción y se dispone alrededor de un pedazo del mundo una serie de fragmentos de pensamiento que enlazados como un grupo de puntos luminosos y próximos entre sí configuran en la bóveda celeste una constelación. El ensayo era la forma ideal. Esto mismo intentaré hacer aquí respecto del arte de nuestro tiempo.


1.Vanguardia y neovanguardia

La rampa de acceso a la contemporaneidad del arte en las sociedades occidentales la constituyen las vanguardias históricas de entre y posguerra (especialmente dadaísmo y surrealismo. Cf. Bürger, 1974). Estar en la primera línea de guerra (fr. avant-garde) da cuenta de su radical voluntad política. La vanguardia heroica, furiosa, bélica quiso hacer volar el arte autónomo (burgés) por los aires en su anhelo de transformar la vida fundiéndose con ella. Vemos luego a la neovanguardia en la segunda mitad del siglo xx (minimalismo, conceptualismo, arte de la tierra del cuerpo, de sistemas, de acción, pop, video-arte y crítica institucional. Cf. Foster, 1996) con un temple racional y frío, en su socavamiento analítico de la institución arte. El ataque fue esta vez por la retaguardia: no abriendo fuego a quemarropa contra el arte del pasado, sino desmontándolo a través de operaciones silentes. Sin embargo el ingreso al canon de ambas fue inevitable, bajo el rostro de la estilización, la domesticación y la celebración fetichista de lo crítico y lo rebelde. Ambas fracasaron porque se convirtieron en el mismo arte autónomo que pretendían destruir: “Hay que tener cuidado al elegir a los enemigos porque uno termina pareciéndose a ellos” dijo Borges.


2. Globo del arte y everything goes

Vanguardia y neovanguardia no fueron sólo proyectos fracasados. Mientras la vanguardia más radical esperaba ansiosa ver como el arte se licuaba con la vida, algo ocurría en la capa epistemológica: se ponía al descubierto que “El Arte” [sic. con mayúsculas] como una mera empresa humana. La muerte o fin del viejo arte trascendental permitió asumir la contingencia del arte como una institución (Bürguer, ibíd.), un mundo (Danto, 1964), un campo (Bourdieu, 1992), una esfera (Habermas, 1981) o bien un círculo (Dickie, 1984). Ya no hay movimientos que se sucedan y superen en el tiempo, sino una radical libertad para postular cualquier cosa como arte. Las infinitas formas del arte conviven alegremente. “Todo es arte, todos somos artistas y el mundo es un museo” dijo Beuys, basta con que algo caiga dentro de ese campo institucional de lo artístico. Asistimos pues a un pluralismo posmoderno, indiferente y totalizador: “la simultaneidad acrítica de lo radicalmente dispar” (Foster, 1996), “la institucionalización de la anomia” (Bourdieu, 1992), “¡Ah el pluralismo!: todo está bien, nada está mal” (Foucault y Boulez, 1985). Así, eso que prometía ser la conquista de la libertad para lo distinto, hoy se ha vuelto una amalgama apática, un cambalache donde todo se aprisiona bajo lo igual.


3. Mercantilización del arte

Cuando algo es atrapado por el dominio de lo igual, es identificado por la razón y se vuelve manipulable. Ya desde fines de siglo xix, manipulable significa producible-vendible-consumible (Huyssen, 2001). Esto ocurre en el arte cada vez que una obra es reconocida como tal a través de los resortes legitimadores como los paratextos, el comentario especializado, la clínica, la premiación, la museificación, la crítica de arte, el relato histórico, etc. La reciente muestra Sistemas, acciones y procesos, 1965-1975 en PROA es signo del definitivo ingreso al canon de un grupo de maniobras que pretendieron ser anti-institucionales. El campo del arte pone en juego un capital específico que convoca a su alrededor diversos agentes, a saber, el capital simbólico bajo la forma del prestigio y del reconocimiento, que con el tiempo es susceptible de ser trocado en capital material: dinero (Bourdieu, 1992).


4. Estetización de la mercancía

Cabe esperar ergo que la mercantilización del arte, i.e. el ingreso de la lógica del intercambio económico en el terreno artístico haya desatado el proceso inverso: que el terreno artístico se desparrame en el económico (Huyssen, ibíd.). La industria del entretenimiento que organiza la diversión humana ha incorporado numerosas dimensiones del arte. Así, muchas categorías que antes servían para explicar la obra de arte permiten hoy iluminar la mercancía: unidad, metáfora, belleza, armonía, apariencia, aura, promesse de bonheaur pueden ser usadas para pensar la industria del cine, la música pop, el video-clip, la publicidad comercial. Como en toda dialéctica los extremos se tocan: ¿No se echó a rodar este año el rumor que Lady Gaga -ícono de la industria musical pop- y el último gran marxista Slavoj Žižek tienen una relación muy estrecha?


5. Labor crítica

La tarea crítica en tanto su objeto de reflexión es un sistema humano (el arte) es interminable –como en el psicoanálisis-, porque el arte es tan imperfecto y tan complejo como un sujeto (Foster, ibíd.). Lo que quisiera poner de manifiesto es que estos fragmentos analíticos se organizan alrededor del arte de nuestro tiempo como los cinco puntos luminosos que configuran a Casiopea. Todas estas reflexiones no hacen sino serpentear alrededor de una sola pregunta a la cual le dan forma pero en negativo. Es la pregunta que se hizo Thales en los orígenes mismos de la filosofía, que gustoso estaré por arrojar como la pregunta fundamental, radical, casi de vanguardia de este escrito en un momento donde el arte se expande y se consume sin precedentes: ¿por qué arte y no más bien nada?






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Manuel Molina (Córdoba, 1988);  egresado de la Facultad de Artes de la UNC. Organizó y participó de diversas exposiciones grupales. Participó con artículos en varias publicaciones y eventos. Integra el equipo de investigación  "Metasemiosis & publicidad en el arte visual, a comienzos del tercer milenio". Ha publicado en 2011 el libro "Pintura & aledaños", junto a M.A.Perié y F.Fraenza.


 
 
     
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