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Siempre existen buenas obras, artistas geniales y galerías importantes en las ferias de arte, y esta que nos está dando material de laboratorio no escapa a la afirmación. Las teorías que escribo a continuación hablan de una sensación generalizada desprendida del total de la experiencia, más que de observaciones puntuales sobre cualquiera de los arriba mencionados. Los síndromes de la actualidad fotográfica aquí evaluados competen a todo el que esté inmiscuido en el campo, ya que la feria es una construcción colectiva: entre quien sea el que dispara la cámara, y el que luego lo convoque a mostrar el resultado de dicha acción.
1. Toda feria temática presupone un conglomerado de poéticas concentradas. Miles de visiones de un mismo tema o, en este caso, sobre una misma disciplina. Asimismo una feria de arte dedicada solamente a la fotografía restringe en términos discursivos a la producción que exhibe- como si no fuera suficiente que ya lo hiciera primero el mercado al que responde, limitado a exhibir solo aquello que puede vender-. Los cruces interdisciplinarios, tan propios del arte actual, no tienen lugar y la monotonía formal se hace presente entre marcos, paspartús y obras de pequeño formato. Pura y llana fotografía tradicional, para llevar y colgar en el hogar. Souvenir. Si todo se reduce al medio como fin, a la cámara fotográfica como eje central, el foco en lo reflexivo entra en el terreno borroso de la profundidad de campo. Y lo expansivo que puede ser hoy el producir, se anula en el formato de salón que se propone anticuado, limitando de antemano la posibilidad de propuestas arriesgadas. Si existe la necesidad, y si esa palabra cabe, de hacer marca con lo fotográfico, bien la luz- eje fundamental de todo esto- podría haber sido un tema más permeable, para así exhibir una mayor producción experimental y más contemporánea como nos gusta decir.
2. La concentración en el mismo formato podría potenciar las argumentaciones individuales si se consideraran todas en conjunto, discurriendo sobre algo más grande que ellas mismas. No obstante, lo que realmente pasa es que se evidencian las limitaciones en la repetición: se ve cómo el tema de los fotógrafos recae una y otra vez en el viejo y conocido lugar común. Es difícil encontrar fotos innovadoras, y no es que sea esto condición de buena obra; pero la clonación temática resulta agobiante en el recorrido. La captura de la realidad sin más, ese ilustre realismo fotográfico filtrado por tal o cual lente, con un encuadre distinto aquí u otro detalle diferenciador allá. Todo se reduce siempre a que el fotógrafo es un observador atento; y el fotógrafo que es artista no puede ser solamente un veedor. Los paisajes son siempre paisajes y las personas, personas. Las paredes son de cemento y la lista sigue hasta el pop minúsculo que hay en cada hogar, que los fotógrafos o fotófilos adoran. En este contexto no puedo dejar de citar a un amigo que acertadamente enunció horas antes de que termine este escrito y para sumar a mi lista que: “los pobres no son solo en blanco y negro, ¡hay pobres a color! R.F.”
3. No es raro entonces que el primer premio del principal certamen parezca otorgado al modelo y no a la foto. Por momentos todo parece otro evento, otra feria: la de fotoperiodismo. Uno de los grandes problemas de la fotografía contemporánea es enfrentar la artisticidad con el simple registro de la realidad, sea de manera periodística o no. Todos observamos lo que nos rodea, todo el mundo posa la mirada sobre algo a cada paso, a cada instante. ¿Qué es lo que hace trascendental al hecho? Tener una cámara en la mano para registrarlo seguro que no. Esa intención y/o búsqueda claramente no es artística, puede llegar a ser periodística en el mejor de los casos. Aquí no hay construcción de la idea, y aunque esto no sea condicionante de una “obra de arte”, la peculiaridad poética o el misterio intrínseco, sí lo es. Sin ir muy lejos, solo 50 años atrás, lo que hacía Greco al señalar era afirmar el sentido de obra en el mismo acto de hacerlo; lejos de mostrar cualquier cosa bella o peculiar, señalaba construyendo su sentido en el acto politizado de desarmar al espectador ocasional ante su accionar.
4. Tampoco puede decirse que la feria funda la selección en la calidad técnica, menos hoy por hoy que el universo tecnológico se insertó facilitando la llegada de todos al mundo del hacer y lo hizo de mil modos inabarcables. Hay buena técnica en algunos que carecen de otras sustancias y viceversa. Y por buena técnica hablamos de calidad de foto, impresión y presentación. No sobre el decálogo de efectos de postproducción que abunda captando la atención de los ignotos o la tan común exposición de un TP de la clase número uno de uso y abuso de obturación y diafragmado de los nóveles anticuados que gustan de las réflex porque son low tech.
5. Muchas adquisiciones institucionales y los varios puntos rojos parecían demostrar el éxito comercial, aunque es bien sabido que las fotografías caras son pocas y que la cantidad de copias por imagen desmerecen el valor de cada venta hecha. En Buenos Aires es difícil sostener una tercera feria en el año diseminada en el calendario. El comercio internacional no se mueve 3 veces al año para ver qué hay de nuevo en Buenos Aires, así que esta feria se erige casi enteramente para el mercado local, y a este sabemos que no le da el cuero. Internacionalmente, la concentración y optimización es la solución: ferias madres y satélites en sincro. La única satelitalidad vista alrededor de la feria fue una página tumblr que, día a día, cambiaba su stand y mostraba la obra de artistas fuera del circuito, bajo la bandera makingbardo. Sin hablar de la calidad en las producciones en uno y otro, rescato el acto de levantarse, oponerse y a la vez aprovechar la estructura del otro para hacerse ver. Cuando Art Basel Miami sucede, a su alrededor orbitan por lo menos 7 ferias satélites que hacen de esa ciudad el epicentro artístico mundial para esa fecha. Se desmonopoliza el mercado, no hay público cautivo y las opciones son vastas para todos. Supongo que la cooperación se afianza al no tener miedo a la competencia, porque es claro que no existen posibles comparaciones entre universos poéticos, y menos en términos mercantilistas.
(BA Photo es una feria de periodicidad anual que se lleva a cabo en Buenos Aires cada octubre)
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