Directrices actuales para la comprensión de lo que vemos
por Guido Ignatti
 
     
 

“Después de Duchamp el artista es el autor de una definición.” Marcel Broodthaers.

Para entender hoy lo que sucede en la escena internacional -y que se inició en los años 90’s- es necesario observar las “operaciones” que se llevaron a cabo para concretar esas obras que, de buenas a primeras, son tan difíciles de abordar para entendidos como para amateurs. Obras que plantean los interrogantes de una generación sometida por la cultura global, la sociedad de consumo, el capitalismo y la avalancha tecnológica. Siendo estos contenidos actuales y consecuentes con el estilo de vida en las ciudades, al manifestarse en el contexto artístico sirven para desmembrar el mundo que conocemos y ponerlo en observación -para bien o para mal-. Y aunque contemos con dos décadas de experiencia en esta nueva forma de “desarrollo artístico”, aún hoy es difícil el éxito de ciertas obras; en parte por fallas en las mismas, consecuencia de su propio hermetismo y en parte por la falta de emancipación sobre el concepto de lo que el artista debe ser y hacer. Si alguna de estas ideas prevalece es probable quedar afuera de las interpretaciones más complejas que hacen a la cuestión, y estar de nuevo boyando, ignorancia mediante.

Las obras en cuestión se pueden reducir a interpretaciones, apropiaciones, reproducciones, ediciones o simples reutilizaciones de productos culturales disponibles. No son obras que resulten de la elaboración de materias primas básicas, sino que directamente surgen de la manipulación de bienes ya constituidos -sean un objeto o material simbólico-. Este es el paradigma para entender de qué va el arte actual.

Nicolas Bourriaud describió a la generación post 90’s como artistas de la “postproducción”, aludiendo al sistema cinematográfico que acciona sobre un material previamente grabado; la analogía es fuertemente marcada en la edición como forma de trabajo. Asimismo para describir las obras de estos artistas, las define según sus operaciones: “Pierre Huyghe proyecta un film de Gordon Matta-Clark, Conical intersect, en los mismos lugares de su rodaje. Maurizio Cattelan expone Sin título, una tela que reproduce la famosa Z del Zorro a la manera de las desgarraduras de Lucio Fontana. Para la Bienal de Lyon, Rirkrit Tiravanija expone el auto que le permitió llegar al museo en Buen viaje, Señor Ackermann, (1995). 24 hour psyco (1997) es una obra de Douglas Gordon que consiste en una proyección en cámara lenta del film de Alfred Hitchcock, Psicosis, de modo que llegue a durar veinticuatro horas. Michael Elmgreen & Ingar Dragset instalan una galería de arte dentro de un museo durante Manifesta 2000, Eslovenia. Joseph Grigely expone mensajes y pedazos de papel garabateados gracias a los cuales se comunica con los demás debido a su sordera”.

Para ceñir en un cuerpo generacional que sitúe temporalmente a este “movimiento disgregado” -y aunque no haga honores a las peculiaridades de cada caso-, las obras se describen mediante la acción que las instituye. Piedra fundacional, las define aún más que la imagen acabada que se presenta en la exposición, que resulta solo una pista para comprender lo otro que subyace. El modo de llegar como espectador a la obra ya no es meramente contemplativo como en el siglo XX supo ser. El arte retiniano, visual, se enfrenta a su opuesto y complementario: el otro más mental, con sostén en la idea. No hay manera de adentrarse en una obra contemporánea sin concluir o derivar sobre lo que se observa. Es el primer paso. La formulación consciente de preguntas es la guía hacia el camino del conocimiento de la operación. Evidentemente, esto le demanda mucho más trabajo al espectador y es porque, en ese mismo acto, lo hace parte de la experiencia. El artista y su obra, sumados al espectador dan como resultado el escenario completo: el punto clave donde todo converge y se constituye, el campo de acción, la obra en el contexto que a su vez la forja. Y si hay algo que no se puede hacer, es escapar del mundo como lo concebimos colectivamente. No es raro que el arte reaccione ante él, haciéndolo parte sustancial y explorando la mayor cantidad de posibilidades de manipularlo.

El enfrentamiento entre modernos y contemporáneos está dado tras el modelo de originalidad y creación, que prevalecen en uno y se diluyen en el otro. Que ya está todo hecho, es una idea bastante escuchada para señalar la falta de “creatividad” en la actualidad, sin intuir que esta no tiene que ver con originar sino con la capacidad de resolución ante lo inminente: por ejemplo, los cambios que inserta el progreso en las sociedades. Hoy se busca construir editando lo existente, dando nuevas formas siempre referenciando a la historia que se fue acumulando desde que la palabra existe. Hoy la cultura es materia prima y no los precarios materiales en bruto. El trabajar con bienes previamente manipulados o concebidos por otros (industrial, artesanal o simbólicamente) potencia el discurso a través de la red de signos y significaciones intrínsecas en dicho bien. Así hoy, son grandes artistas los maestros del cut-up, el collage y la hibridación, y no los amantes de las formas literarias o de alta cultura. Igualmente, y a favor de estos últimos, se torna evidente la falta de seducción en algunas obras que manipulan tanto los significados y que al encriptar las ideas se aíslan del observador -que es otra de las piezas clave-. Esto radica en el poco dominio sobre la edición y en la frialdad del proceso mental, que se contrapone a la pulsión erógena que hay en originar y que hubo en las corrientes más modernas que atraía a los espectadores en vez de alejarlos.

El primer ready-made de Marcel Duchamp fue en 1913, distan cien años entre el pionero y el modelo de artista que hoy se pondera. Que como sociedad somos posmodernos ya no hay dudas. Pero sobre ser contemporáneos sí las hay, ya que para serlo hay que atravesar activamente el propio período. Hay que interpretar el presente y modelarlo. Ningún tiempo pasado fue mejor. Simplemente fue distinto y pasó. ¿Cómo es posible seguir evaluando con la mirada estancada el presente inmediato, o pretender vislumbrar el futuro siquiera? No es posible, hay que mutar, el futuro es innegable.









Compartir

 

 

     
 
     
  SUMARIO  
Año 2 - Numero 17
Tapa
Editorial + Staff
La responsabilidad del presente
Entrevista a Ana Torrejón
por Dany Barreto
     
Producción fotográfica
por Gabriel Valansi
     
Sala de operaciones, fracturas expuestas
Directrices actuales para la comprensión de lo que vemos
por Guido Ignatti
     
Sí mi reina, te lo pinté a tí
Noticia de la cultura chavista
por Juan Batalla
     
Corot también es argentino
Nuevos enfoques y viejos problemas en el MNBA
por Mariano Soto
     
Una piedra en el zapato
Sobre una guía a Campo del Cielo, de Faivivich y Goldberg
por M.S.Dansey
     
Más allá de las palabras (II)
El libro, trascendiendo lo objetual
por Juan-Ramón Barbancho
     
Nostalgia de la destrucción (inconsciente)
Segundo Premio del Concurso Sauna
por J.S. de Montfort
     
No todo lo que brilla es arte, pero refleja
Sobre Art Basel Miami Beach 10th Edition
por Guadalupe Chirotarrab
     
Olas de calor en el arte contemporáneo
Burning down the house (esp & eng version)
por Lorenzo Fusi
     
Dr. Selva & Kid Yarará
“El jurado” – Cómic
por Charlie Goz y Mari Bárbola
     
  EDICIONES ANTERIORES  
Año 1 - Numero 1
Año 1 - Numero 2
Año 1 - Numero 3
Año 1 - Numero 4
Año 1 - Numero 5
Año 1 - Numero 6
Año 1 - Numero 7
Año 1 - Numero 8
Año 1 - Numero 9
Año 1 - Numero 10
Año 1 - Numero 11
Año 1 - Numero 12
Año 2 - Numero 13
Año 2 - Numero 14
Año 2 - Numero 15
Año 2 - Numero 16
     
     
   
    revistasauna.com.ar - revista de arte | copyright 2011 - Todos los derechos reservados | sauna@revistasauna.com.ar | diseño: Tomas Tepp - desarrollo web: Charlie Goz