|
Si donar sangre, salva vidas; donar obras de arte a un museo como condición sine qua non para participar de la muestra parecería no tener la misma importancia vital. Sin embargo, es un tema que, inevitablemente, deriva en otros que están asociados. El primero que quisiera dejar de lado es si la negativa de los artistas a participar de ese modo está ligada a un enfrentamiento político partidario. Es decir, si son los artistas organizados contra la gestión de Macri y hacen esto porque es él el jefe de Gobierno. No creo. Exigencias de este tipo y museos dispuestos a aceptar donaciones hubo siempre. El MAMBA tiene una trayectoria por demás contundente y problemas que exceden a los gobiernos de turno. Por lo tanto, si se discute un modelo de gestión cultural, una política de adquisiciones y de patrimonio, una manera de hacer investigación en un museo público, considero que el alboroto inicial puede ser un excelente punto de partida. Sobre todo, porque en el origen está el papel de este museo con el antecedente de las donaciones 2002, una muestra que nunca fue. Es imperioso consignar que de eso han pasado diez años y en muchos sentidos, la crisis no es aquella. No es lo mismo. Si en ese momento, la donación fue un paliativo, una emergencia, no sería bueno seguir usando los mismos argumentos. Estaría bueno, empezar a usar otros fondos. Podemos discutir si públicos. Seguramente estaremos de acuerdo en que sean privados, de coleccionistas, de fundaciones. Tampoco es lo mismo el catálogo que se hizo para esta muestra: sin texto, sin investigación, sin el aparato crítico indispensable para que tenga algún sentido. Pero lo que la polémica deja en claro es que no sólo donar o no donar sea la cuestión. Sino cómo se actualiza la gestión cultural del museo, cómo se termina el edificio, cómo se desarrolla un departamento de investigación, cómo se hace prensa y difusión, cómo se guarda y exhibe el patrimonio. Muchos “cómo se” que se vendrían a reemplazar a los como si. Y, en todo caso, una primera respuesta estaba ahí, como si fuera la carta robada, a la vista de todos. Mostrar “las donaciones 2002”, junto con “las adquisiones 2012”. Para constatar que el cambio de década hubiera traído consigo un cambio de mentalidad.
Laura Isola - Nació en 1969 en Quilmes. Es Licenciada en Letras (UBA). Se desempeñó como periodista cultural en el suplemento Radar y Radar libros del diario Página/12 desde 1998 hasta 2004. Actualmente, escribe sobre crítica de arte en suplemento Cultura (Perfil), Ñ (Clarín), entre otros. Trabaja como coordinadora adjunta del área de Letras del Centro Cultural Rector Ricardo Rojas (UBA).
|
|
|